noviembre 13, 2008

Sochastacht!!!

Hay una palabra en gaélico (irlandés moderno, la versión 2.0 de la lengua de los celtas) que podría resumir lo que me ha estado pasando en los últimos meses: "sochastacht", "feliz complejidad", o el amor por las situaciones o circunstancias complejas, como símbolo de energía, de los cruces entre los diversos mundos o planos que componen nuestra realidad. El último año, para mí, ha sido "sochastacht" con mayúsculas, un impresionante juego de suma y resta; y la verdad es que no pretendía hacer un balance sino hasta la fecha en la que todo el mundo los hace...

...Pero qué diablos! Al menos para mí, el año terminó... espero... Por dónde empiezo? Desde lo más reciente, como buena periodista: ayer me anunciaron que "por necesidades de la empresa", debían echarme. Mi jefe lamentó tener que hacerlo, porque consideró que mi trabajo había sido muy satisfactorio, y eso me dejó un poco más tranquila porque durante todos estos nueve meses (sí, un embarazo completito...) constantemente tuve la sensación de estar sólo a prueba. ¿Cuál es la parte "sochastacht" de todo esto? Dos días atrás, finalmente puse en línea mi sitio de cine... MI sitio de cine, creado sólo por mí y por Mr. Martins, el novio de mi amiga Andrea, que tuvo una maravillosa disposición y la suficiente paciencia como para plasmar en la web lo que yo quería. Durante estos dos días estuve craneándomelas para compatibilizar la radio con el sitio; y ahora resulta que voy a tener todo el tiempo del mundo para dedicarme a mi querido proyecto.

Y antes de eso... Uf, vuelvo atrás: a fines de noviembre del año pasado perdí una hermana, y con eso perdí la cordura, las ganas de vivir y mucha plata en psicólogo. Pero gané la certeza de que ella ahora está más cerca de mí que nunca antes, y la certeza de que soy una persona muy afortunada, porque tengo a mi alrededor a un montón de gente maravillosa - amigos, compañeros, familiares recuperados - que ha estado conmigo todo este tiempo y que tienen más fe en mí de la que yo imaginaba, de la que yo misma me he tenido en toda mi vida. Además, volví a conectarme con mi familia; a apreciarlos por lo que son: más que mi mamá, mi papá, mi hermana, mi hermano, sobrinas o sobrino, son personas realmente increíbles; y uno pierde esa perspectiva al estar tan cerca de ellos todos los días.

Siguiendo con el recuento, en diciembre perdí el programa de radio que finalmente me había hecho sentir completamente satisfecha con mi trabajo; pero gané experiencia, y la entrada a una empresa más grande. Aunque fue difícil: nunca había sido más cierto para mí aquello de "empezar de cero". Porque al principio, perdí autocontrol, tranquilidad y seguridad; pero al final, gané conocimiento y más aguante... además de excelentes datos de masajes de relajación, que se han vuelto casi una necesidad.

En materia social, perdí el contacto con una amiga de años, por asuntos que al menos para mí, no vale la pena recordar. Eso me dejó otra cicatriz más en el corazoncito, pero a cambio recuperé la cercanía con amigos entrañables, y pude conocer un poco más a personas que hasta hace un par de meses atrás eran sólo compañeros de trabajo.

También perdí la disponibilidad de tiempo para escribir: en papel y en el blog. Pero justo cuando me dí cuenta de lo botado que tenía mi Caldero, y fui a actualizarlo, me topé con un comentario que terminó transformándose en una historia entretenidísima: conocí a Anne, esposa del bajista de Mars Volta, que se tuvo que quedar en Chile por un día luego de que la banda actuara en el festival Santiago Urbano. Fui gratis al concierto, con cinco amigos de las más diversas procedencias; tuvimos acceso a backstage, y vimos a Kaiser Chiefs, Mars Volta y REM (R-E-M!!!) desde cancha VIP... ¿Increíble? ESPECTACULAR!!! Un episodio completamente surrealista y groupie; definitivamente el tipo de cosa que le cuentas a tus sobrinos, hijos, nietos y a todo el que quiera escuchar la historia. Y al día siguiente, pude conversar un poco más con Anne, conocer algo de ella, aprender de su punto de vista estadounidense, practicar inglés, mostrarle mi ciudad, etc. Lo mejor de todo esto para mí, aparte de la experiencia, fue poder compartir ese momento Kodak con más personas; y ver cóomo Carol casi lloraba de la emoción con REM, y cómo Nico no podía salir de su asombro. Yo creo que ni el Viejo Pascuero se siente tan bien cuando entrega los regalos de Navidad.

Tal vez lo único en lo que no gané ni perdí fue en los "asuntos del corazón". Sigo igual de sempiternamente soltera que el año pasado, pero con varias lecciones aprendidas: definitivamente, no hay que esperar demasiado de las personas; de los hombres en este caso. No por aquello de que "son todos iguales", porque no es cierto y es odioso afirmarlo; sino que porque es mejor no esperar nada. Cuando una apuesta todas sus fichas a una persona, se arriesga seriamente a quedar en bancarrota emocional.

Y lo otro que aprendí es que soy de las que necesita atención; de las que le carga no estar dentro de los primeros lugares en la lista de prioridades, de las que odia quedar relegada por el trabajo, los estudios, los amigos o la religión. Lo único por lo que aguanto ser postergada es por la familia; probablemente porque yo también mandaría todo a la punta del cerro - pololo incluído - si hay problemas en casa. Tampoco es que me enoje o me ponga bruja si alguien no se puede juntar conmigo porque tiene que estudiar para un examen, o porque tiene acumulación de pega a fin de mes; lo que me carga es sentir que no hay un esfuerzo por hacerme espacio en la agenda. ¿Estoy sonando muy drástica? Bueno, he tenido bastante tiempo para definir qué quiero y qué no quiero en una relación.

Así que, volviendo al principio ¡Dios bendiga a los irlandeses por su forma de ver la vida! Porque cuando pasas por tantos ires y venires, finalmente logras verlos en perspectiva y apreciarlos como "felices complejidades". ¡"Sochastacht" por eso!

octubre 24, 2008

Coming soon



Esta es la razón por la que he tenido botadito mi Caldero por tanto rato... Aunque en realidad, una vez que se concrete, tal vez siga botado... Todo sea por cumplir los sueños que se han ido gestando en este blog... Espero sus visitas...

septiembre 11, 2008

A propósito de una goleada

Me gusta el fútbol, pero no soy una experta, por lo que esto podría calificar como "comentario de mina"... Aunque con capacidad de análisis y buen uso del lenguaje. Esta opinión es la de una persona que mantiene la distancia suficiente como para no ser demasiado hincha, y a la que los triunfos o derrotas de la Selección no le condicionan el estado de ánimo (vale decir que no voy al estadio a no ser que sea el partido del siglo, o si me invitan; no me vuelvo loca por comprar entradas, no participo en concursos y no salgo a celebrar a Plaza Italia). O sea, yo vendría a ser algo así como un hincha pasivo.

De partida, hay cosas que no entiendo, como por ejemplo, lo que alguien llamó - muy acertadamente - "la bipolaridad del hincha chileno", que básicamente se traduce en "te alentamos en la previa, te hacemos bolsa si pierdes, te endiosamos si ganas; y si empatas, la reacción dependerá de a quién le empates". Y lo otro que no entiendo es cómo un equipo al que le pasaron tres goles y lo humillaron por triunfalista, gana por goleada tres días después ¿Tienen que basurearlos para que reaccionen?

Pero lo de la bipolaridad es lejos lo que más me molesta. Entiendo que el fútbol es un asunto de pasiones, pero ¿Cómo no van a medir los comentarios y no agrandar o patear en el suelo a los jugadores, sin medias tintas?

Hay que pensar, por ejemplo, que estamos hablando de un equipo que se junta cada cierta cantidad de meses, y que cada vez que se junta, es muy posible que hayan cambiado buena parte de los integrantes Así que ¿De qué continuidad estamos hablando?

Ya, está bien, todas las selecciones del mundo operan igual, y les va mucho mejor... Peeero, estamos hablando de una selección cuyo mejor referente es un tercer lugar hace más de cuarenta años, un par de cuartos de final o semifinales cada cinco o diez años, una medalla de bronce en unas Olimpíadas y puras promesas en las divisiones inferiores.

No somos buenos para el fútbol, estamos dentro de la media (como en muchas cosas), pero aún así todas las versiones de la Selección han cargado con el peso de tener que ser las que finalmente logren un triunfo grande, presión que viene tanto de la hinchada como de la prensa. Por lo que no me extraña que los jugadores pasen de pensar que efectivamente son los elegidos, a creer que no tienen por qué serlo.

Y si a eso le sumamos que recién ahora se revirtió aquello de que la mayoría de los integrantes de la Roja jugaba en Chile (lo que no les daba un nivel internacional de competición), al menos yo entiendo por qué todavía les cuesta tanto jugar para ganar, que es como siempre (independiente del rival que tengan enfrente) deberían hacerlo.

Por lo tanto, dejen en paz un rato a los pobres cabros. Es como lo que pasa (creo) con los hijos que no salen tan talentosos como uno quisiera: hay que aplaudirlos cuando logran algo importante, pero apoyarlos igual si fallan... Incondicionalidad, creo que le llaman. Y hay que ver los efectos que provoca.

septiembre 04, 2008

¿Cómo dice que dijo?: Canciones de los noventa

Paulix dice: tengo ganas de ir a una fiesta de los noventa...
Ale dice: y qué tocan en esas fiestas? Jovanotti y eso?
Paulix dice: claro... tengo ganas de bailar el warisló
Ale dice: el warisló? Ay Paula, hoy día no ando muy astuta con tus términos...
Paulix dice: el warisló poh Ale! "Warisló, beibi dont jort mi, dont jort mi, nou mor"...
Ale dice: jajajajajajajajajajajajajaja
(sostenido, y con lagrimones, y luego)
Ale dice: wuouwouwouoo...
Paulix dice: jajajajajajaja... No cachabai el warisló? Es notable, y hay otras más.

Dicho y hecho. Sólo ese comentario fue suficiente para que nos enfrascáramos en un entretenido recuento de esas canciones de los noventa con un coro indescifrable, a prueba de inglés-de-liceo-con-número, pero que uno cantaba igual, descaradamente. Así que a continuación, un breve diccionario de las que pudimos recordar, comenzando por la ya citada:

- El Warisló: "What is love", Haddaway - 1993: Dejando de lado el hecho de que el título chilenizado suena muy flaite, la canción es re buena. Hay una película, "Los hermanos Butabi", que es malísima, los tipos son unos loosers de marca mayor, y la única gracia que tienen es que esta canción es su himno discotequero de batalla; la escuchan y se ponen a bailar inevitablemente. Son MUY graciosos.
- El Wacheketere: "Chiquetere", Rafa Villalba - 1995: Es la canción abuela del "Aserejé". Inevitablemente me lleva a recordar a Hernán Hevia disfrazado de "er Guille", haciendo su clásico pasito... lo único bueno que ese hombre hizo en televisión, hay que decirlo. Porque además logró que todo el mundo anduviera haciendo la misma gracia en las fiestas.
- El Werdoyugóu: "Where do you go", No Mercy - 1996: Como si no fuera suficiente con que la canción fuera malísima, más encima ahora descubro que era un cover!!! El tema original es de 1969, probablemente es mejor que la de los noventa; y aún si no lo es, este grupo le hizo un flaco favor. Estuvieron en Viña, y cantaron como tres canciones: ésta, otra más y la primera de nuevo, pero en español. Lo peor era cuando mezclaban las dos versiones: "Where do you go... adónde"... qué fue eso.
- El Alalalalalón: "Sweat (a lala lala long)", Inner Circle - 1993: Puuuro relajo... era como para cuando empezaba la fiesta, antes de que a ti se te soltaran las trenzas bailando, o de que a tus amigos se les pasara la mano con la cerveza y empezaran a dar jugo. O sea, canción de warming up, que le llaman.
- El Awelaeh: "Awillawillawillahey", Dr. Alban - 1994: Siií!!! Se llamaba así!!! Los que se avergonzaban de no saber qué diablos quería decir la canción, ya pueden dormir tranquilos, porque no significaba ni un cuerno. Ni siquiera si finalmente logras saberte la letra, porque mi tío era un nigeriano, avecindado en Suecia y cantando en inglés, así que sus letras eran peores que los poemas que Tarzán le escribía a Jane... o sssea! Pero igual, si no la bailabas, al menos te hacía reír.
- El Pómpirap: "Pump up the jam", Technotronic - 1989: Aquí me anduve pasando un pelín en la década, pero creo que la concesión vale porque todo el mundo cantaba esta canción a voz en cuello, pero nadie le apuntaba a lo que decía. Para el caso daba lo mismo, porque no era precisamente una crítica social o un himno a la paz mundial... Recuerdo haber tenido el cassette pirateado, con la carátula fotocopiada, y pintada a mano con colores fosforescentes... sí, obvio que lo retrocedía con el lápiz Bic ¿Quién no? Las pilas eran caras.
- El Enomanoio: "Non manoio", Jovanotti - 1993: Esta canción está asociada a un recuerdo específico: Mi primer y único año en colegio mixto. Desde el Jardín Infantil que no pasaba más de cinco horas con un hombre de mi edad al lado, y en plena adolescencia; así que imagínense la cantidad de torpezas cometidas por exceso de producción hormonal. Pero además, fue mi primer intento por pertenecer al "Grupo Alfa" del curso: Había una chica que hacía un pasito especial con esta canción, y éramos muy pocas las secas que podíamos hacerlo. Por suerte, dejé de andar haciendo pasitos como en Tercero Medio, justo a tiempo para dedicarme a terminar bien el colegio.

Bueno, también había éxitos en español, pero esos sí que eran vergonzosos: con la vista baja debo confesar que bailé "Ritmo de la noche" de The Sacados, "Saltando sin Parar" de King África, y varias de El General... Sólo puedo decir que cuando eres adolescente, no piensas en que tus acciones te puede pesar ya de grande, porque lo único que te importa es andar gritando "¡Quiénes son las reinas de la noche! ¡Nosotraaas!".

agosto 26, 2008

Sanfic 2008

Cuando me enteré de que iba a haber un festival de cine en Santiago, fui la mujer más feliz del mundo. Claro, no me había podido acreditar nunca para ir al de Valdivia o al de Viña, así que esta era mi oportunidad.

Tres años después, mi idilio con Sanfic continúa. Le soy completamente fiel: aunque este año no me hayan querido dar acreditación (porque las radios no tienen prioridad para esos efectos), y por tanto haya tenido que pagar mi entrada como cualquier mortal; aunque no haya alcanzado a ver ni la mitad de lo que quería ver, y aunque cada año me pegue más de un guatazo con alguna peli.

Aunque tengo que reconocer que este año la oferta estuvo notable. Cuando tuve la programación en mis manos, había al menos una película por día que yo quería (y podía, por horario) ver; cosa que no pasaba en años anteriores. Además, hay más sedes (aunque las mejores cintas las siguen dando en La Reina).

Pero bueno, finalmente fui, y alcancé a ver tres películas (una cifra vergonzosa, considerando mis marcas de años anteriores), que paso a reseñar:

- Die welle (La Ola, Alemania): Más de alguno se ha preguntado alguna vez si sería posible que en Alemania se repitiera una dictadura como la de Hitler. Bueno, esta película ofrece una posible respuesta. Va sobre un profesor de liceo al que le encargan un proyecto de una semana de duración, centrado en un tipo de gobierno. Contra su voluntad le toca la autocracia (a.k.a. dictadura), y cuando comienza a explicarles la temática a los alumnos, los pendex le dicen (léase con voz de pingüino shilensis): "Chiaaa profe, terrible de pasao. Otra e' con er mismo cueeento poh, si ya tamo shato, ya no sabimos de mimoria la custión". "Ah ya" les dice el profe, "o sea que ustedes no creen que algo así pueda volver a pasar en Alemania... OK, les propongo algo: juguemos a que este curso es una autocracia, y a que yo soy la máxima autoridad, así que me tienen que hacer caso en todo". Los chicos aceptan la simulación, y al rato ya están poniéndose de pie cada vez que quieren hablar, cambiando la ropa de calle por uniforme, haciéndose una insignia, poniéndole un nombre al grupo e inventando un saludo del tipo "Heil, Hitler". En resumen, engrupidos totales, prendieron con hielo y rallaron la papa... tanto que al final las cosas escapan del control del profe. Es no-ta-ble, sobre todo porque uno se da cuenta de que cualquier ideología, por más tirada de las mechas que sea, si está planteada de una manera impecablemente lógica y tiene una figura de liderazgo fuerte, se expande súper rápido.

- La mujer sin cabeza (Argentina): Efectivamente, ni la mujer ni la película tienen cabeza. Trata de una dentista que va en su auto de vuelta a la casa y atropella a alguien (no ve a quién, porque la muy pava iba buscando el celular dentro de la cartera). El susto es tan grande que la tipa ni siquiera se baja a ver con qué o con quién chocó, y desde entonces se empieza a comportar extraña;, queda medio ida, si me explico. El asunto es que después de un tiempo, ya no aguanta y le cuenta al marido que cree haber atropellado a alguien, y el marido le dice que se quede tranquila, que probablemente no fue nada y que va a averiguar si se supo sobre algún accidente o alguien que haya muerto el día del incidente. Al final se sabe la verdad, pero todo el mundo opta por barrerla debajo de la alfombra. La lata es que la película se queda más en el estado de shock en el que quedó la tipa, que en las implicancias humanas o sociales que pudo haber tenido el condoro que se mandó. Yo esperaba más, pero si les gustan las películas de reacciones más que de acciones, y con harto silencio, entonces jueguen.

- Cashback (Gran Bretaña): Por argumento, podría ser una comedia romántica más. Pero por personajes, textos y recursos visuales, claramente se sale del montón. El protagonista es un estudiante de arte (Sean Biggerstaff, "Oliver Wood" en Harry Potter... lindo él) al que lo patea su polola y desde entonces, no logra conciliar el sueño. Así que luego de varios días sin dormir, decide aprovechar esas ocho horas extra de vida y entra a trabajar en el turno nocturno de un supermercado (cosa que yo no encuentro provechosa, pero allá él...). Allí se encuentra con un jefe peor que el de todas las "Offices" y "Ofis" juntas, con un trío de compañeros más que disfuncionales, y con una compañera a la que al principio no pesca, pero que después empieza a mirar con otros ojillos. El asunto es que este chiquillo anda con el sueño tan atrasado, que según él, adquiere la capacidad de "congelar" el tiempo (yo he estado con falta de sueño, pero de ahí a adquirir superpoderes...). Y como le gusta pintar, entonces durante el turno se dedica - entre otras cosas - a retratar desnudas a las clientas... sipes, desnudas, porque como las "congela", entonces las desviste, las pinta, las vuelve a vestir y ellas no se dan ni cuenta... A cuántos no les gustaría... No les voy a contar más, sólo les diré que es muy graciosa y romanticona, pero sin caer en la idiotez.

En el tintero me quedaron "Leonera", "Lars and the real girl", "Suddenly last winter", "Crimen y lujuria" (que por suerte va a llegar a cartelera), "Café de los maestros", "La question humaine", "El corazón es un bosque oscuro" y "Nevando voy"... o sea... TODO!!! Buaaa, debí haberme pedido la semana libre y haber acampado en el cine. Pero bueno, si alguien vio alguna y la recomienda o la descarta, bienvenido sea; así ya sé qué buscar en DVD.

agosto 18, 2008

La Ciudad de la Lluvia

Quería conocer Valdivia desde hace un buen par de años; desde que vi la clásica postal desde el puente sobre el Calle Calle, fotos de los fuertes, de Mancera y de Corral, etc.; y escuché más de algún comentario sobre lo lindo que era.

Y por suerte, hace algún tiempo retomé el contacto con una compañera de colegio que, patiperra ella, se fue a vivir allá. En marzo vino a Santiago, nos juntamos y nos invitó a su casa - a mí y a otras compañeras - aunque yo creo que no pensó que nosotras prenderíamos tan rápido.

El asunto es que el viernes a las ocho de la mañana, luego de viajar toda la noche, estábamos contemplando nuestras primeras panorámicas de Valdivia desde la ventana del bus. Tomamos desayuno con nuestra amiga, copuchamos un buen rato, y nos alistamos para salir a conocer la ciudad. Sabíamos que nos iba a llover: un día, en el mejor de los casos; o todo el fin de semana en el peor de los pronósticos. Pero cuando salimos, no caía ni una gota... No habíamos caminado ni media cuadra, cuando empezó a llover: fueron unos cinco minutos de agua, aunque lo suficientemente intensos como para dejarnos más que salpicadas... Chicas, bienvenidas a Valdivia.

Yo no sé a ustedes, pero a mí viajar me sumerge en un estado mental bien particular y en una dimensión paralela: vives a un ritmo distinto, el paisaje es distinto, haces cosas que habitualmente no haces... Sí, sobre todo haces cosas que habitualmente no haces, como sucumbir a una degustación con las siete variedades de cerveza que ofrecen en la Kunstmann; comerte la mitad de un sándwich del porte de un plato bajo, en la noche tomarte media piña colada (siendo una persona prácticamente abstemia) y terminar cantando en karaoke "A rodar la vida" de Fito Páez. O a la noche siguiente, volver a bailar el "Ilarié" (oh-oh-oh) después de siglos, luego de haberme tomado una vaina bastante fuertona para mis parámetros.

El sábado, "desayunamos" a las dos de la tarde, y partimos al fuerte Niebla. Ya el camino hacia el lugar compensa las lucas del pasaje y la noche entera arriba del bus. Montes llenos, LLENOS de árboles, el camino lleno de árboles, TODO lleno de árboles. Verde por donde miraras, con un frío de la p*ta madre y lluvioso... Extrañamente - digo, para alguien friolenta y que solía odiar la lluvia - me sentía cien por ciento a gusto. Relajada, inspirada, casi en las nubes.

Sobre el fuerte Niebla... primero los descargos: Cómo pueden los visitantes grabar sus nombres en piedras que existían antes de que ellos, sus padres, o sus abuelos, tuvieran siquiera colita? En fin... Niebla también es completamente verde: pasto, árboles, lomas, kilos de florcitas amarillas, una vista despampanante... y un arcoiris maravilloso. Hace mucho tiempo que no veía un arcoiris, así que aproveché de admirarlo desde todos los ángulos posibles.

Y yo que alucino con la antigüedad, la Edad Media y siglos posteriores, me sentía a mis anchas caminando entre los restos de un fuerte español, con sus piedras todas mohosas y los cañones todavía apuntando a invasores inexistentes (aunque con esto de los turistas destrozones, tal vez los cañones deberían hacia adentro del fuerte, ya no hacia el mar).

Después, como a eso de las seis de la tarde, vino el "almuerzo" en la picada de Don Carlitos, atendida por su propio dueño, vestido con una chaqueta amarilla de garzón, y con humita. Ahí logré la odisea de comerme una paila marina de esas que te mandan a dormir siesta.

Ya al día siguiente tocaba despedirse… obviamente con ganas de quedarse por más tiempo (si la dueña de casa nos aguantaba otro poco, eso sí), porque quedó tanto por conocer. Pero bueno, una visita a la Feria Fluvial y al mercado, para comprar los correspondientes regalitos; más la infaltable foto sobre el puente del Calle Calle cerraron mi paso por Valdivia.

Luego, el aeropuerto. Sola, porque mis amigas optaron nuevamente por un viaje en la noche - y sin escalas - a Santiago y sus respectivos trabajos. Yo en realidad prefería llegar a mi casa, volver a la realidad de a poquito y hacer el cambio de switch lentamente. Así que ahí figuraba yo, por primera vez viajando completamente sola en avión, cosa que me encanta, porque desde el aire las cosas son tan distintas… Santiago, por ejemplo, se transforma de noche en un mosaico de lucecitas naranjas, con ríos por los que también corren lucecitas; ya no es la ciudad que aunque te gusta, te cansa por lo atestada y contaminada que está.

Pero en fin, ya estamos de vuelta. Y por cierto, planeando el regreso a Valdivia, o el viaje hacia cualquier otra parte del mundo que te permita desenchufarte un rato y alucinar con la experiencia. Como ahora.

agosto 05, 2008

Daltónica de los pies

Era un día como cualquier otro. Me levanté, apurada como siempre; me lavé todo lo que hay que lavarse, y me vestí debajo del cubrecama, con el scaldasonno prendido, para capear el frío. Bajé las piernas de la cama y a tientas busqué mis zapatillas.

Me hice café en mi jarrito térmico y partí rumbo al trabajo. Un viaje sin novedades: los típicos apretones en el metro, las viejujas reclamando porque no les dan el asiento... en fin... nada fuera de lo común.

Bajé del metro y partí al paradero del colectivo. No pasaba. Qué frío, los pies se me estaban helando, y me los miré, como para cerciorarme... Me froté los ojos, limpié los lentes, pero no, estaba viendo bien. O tal vez era un episodio momentáneo de daltonismo. El hecho es que mi zapatilla derecha era perfectamente negra... pero la izquierda era perfectamente café!!!

No me equivocaba de zapatos desde que tenía unos once años. Pero en aquella oportunidad al menos, fue el par completo: unos zapatos azules que eran mis regalones, pero que claramente se veían raros con el uniforme. Así que llamé a la casa y mi abnegada madre tuvo que correr al metro con los zapatos correctos, para que la niña no pasara vergüenza. Pero ahora no podía pedirle lo mismo, porque a diferencia de aquel entonces, habría tenido que atravesar todo Santiago, y bueno, porque ahora tengo bastantes años más.

Así que contuve el ataque de risa - para no parecer "la loquita que se anda riendo sola", además de "la loquita que anda con los zapatos cambiados" - y me subí al colectivo.

Ya en el trabajo, opté por ridiculizarme sola, como para evitar situaciones del tipo: "uuuhhh, mira, ella anda con los zapatos cambiados" o "Paula, no sé si te habías dado cuenta pero...". Incluso afirmé que estaba reviviendo una antigua moda, o que si le había pasado a una ministra, por qué no me podía pasar a mí (Clarisa Hardy, y por lo menos lo mío era una combinación negro-café; la de ella era negro-rosado). Pero por lo demás, siempre digna.

A mi favor, sólo puedo argumentar que aunque me levanto a las seis, en realidad despierto como a las once; o que me visto a media luz, o que siempre ando apurada. En fin, alego demencia su señoría, soy inimputable... y por último, en la variedad está el gusto ¿O no?

julio 27, 2008

¡Mary Rose querida!

Viernes, poco después de las siete. Locación: Plaza Italia, específicamente la esquina de Ramón Carnicer con Providencia.

Iba yo caminando hacia Bustamante, y me detuve ante el semáforo en rojo. De pronto miro hacia el frente y ahí estaba: rubia como siempre - porque jamás se le han visto canas - como recién salida de la peluquería, con un escarmenado impoluto, que ya se lo querría cualquier pokemon; enfundada en un abrigo blanco de lana, seguramente cien por ciento natural; con botas negras de charol y sus infaltables perlas en las orejas y el cuello. Ella, Mary Rose, un ícono de la vida social high class; rostro frecuente en las revistas de papel couché; ella, que ha sido aludida tantas veces en mi blog...

- ¡Mary-Rose-MacGill-de-Jarpa! ¡Cómo te va, amorosa! - le digo
- Ay, regio fíjate ¿Y tú como estás, linda? - me responde, siempre tan lady
- Estupendo... Es viernes y acabo de salir del trabajo ¿Qué más se puede pedir?
- No trabajar pues, querida... Yo nunca lo he hecho, para mí siempre es viernes
- Sí lo sé, y no sabes cómo te envidio eso
- Chiquilla no seas lesa, tú no sabes cómo envidio tu juventud. No te imaginas los malabares que hago, y me sigo viendo más arrugada que tú... ¿Será la diferencia de edad? Jajaja...
- Jajaja... no hay caso contigo, siempre con tanto charme... Oye, pero yo tengo que hacerte una pregunta; es sobre un rumor que escuché..
- ¿Sobre mí? Niña, son miles... Es envidia pura. Hay un dicho de lo más pintoresco al respecto oye, que es algo así como "Con esta pinta, con este talle..."
- "No tengo envidia ni miro a nadie..."
- ¡Ese mismo! Qué dije que eres. Ya, dime, cuál de todos los rumores escuchaste
- Ay, es que me da un poco de pudor, linda... me contaron que tú en realidad no tienes un peso, que todo lo que tienes es heredado o son "canjes": diseñadores o joyeros que te regalan ropa para que la que luzcas en un evento, regalos de tus amigos diplomáticos, etc.

Mary Rose me toma del brazo, se acerca a mi oído y me confiesa: "c'est la verité ma chérie... y te voy a decir que todo se reduce en una sola palabra: CON-TAC-TOS. Es el requisito sine qua non de una socialité"
- O sea que es verdad que no tienes un peso...
- Nonononono... Tengo, aunque no te voy a contar de dónde lo saco. Con todas las actividades que tengo, amorosa, gasto mínimo unos cien mil pesos diarios
- Pero si me acuerdo de esa vez en la que para un reportaje te pidieron que intentaras vivir por un día con sólo mil pesos para gastar, y tú te negaste; pero a cambio ofreciste transparentar todos tus gastos
- Ay, gorda...
- No pues Mary Rose, no empecemos con las ofensas...
- I beg you a pardon, darling; la verdad es que te veo de lo más regia... Bueno, ¿En qué estábamos? ¡Ah! En la brutalidad por la que me querían hacer pasar ¡Horror! Y más encima ese día tenía un montón de compromisos: desayuno, almuerzo, once y cena. Te juro que anduve todo el día en auto, mi pobre chofer no daba más
- Bueno y ahora ¿Para dónde vas?
- A ver a la Sinfónica aquí al Teatro de la Universidad de Chile, linda. Hoy dirige Maximiano (Valdés), que me dijo que me mataba si no venía... Lo único malo es que el teatro me queda atroz de lejos, lo mismo que el Municipal...
- A mí me pasa exactamente lo mismo, oye. Bueno, no te retraso más, amorosa. Cuídate mucho
- Adiós regia, juntémonos uno de estos días para un brunch, y así me cuentas más de tu blog oye, me han dicho que es demasiado entretenido
- Qué amorosa. Me parece divino. Ya querida, nos vemos
- Ta-tá...

El semáforo dio luz verde, mi conversación imaginaria terminó y finalmente crucé la calle. Mary Rose pasó por el lado mío y por supuesto, ni siquiera me miró. Por qué iba a hacerlo, en realidad no nos habíamos visto ni en pintura. Y por primera y única vez en nuestras vidas, ella siguió caminando hacia el poniente, mientras yo enfilaba "de Plaza Italia para arriba".

julio 17, 2008

¡Qué nervios me dan los piercings!

En serio ¿Qué les pasa a estos cabros chicos? ¿Cuál es la idea de llenarse de aros hasta en las partes más insólitas del cuerpo? Me acuerdo que cuando estaba en el colegio nos creíamos de lo más valientes por hacernos, entre nosotras mismas, dos y hasta cinco agujeros en la oreja; el colmo del arrojo era ponerse uno en la nariz o en el ombligo, y en la ceja o en la lengua ya eras ídola, demasiao seca galla...

Pero ahora... En la sien, en el pómulo, sobre el labio - ya sea en modalidad "lunar coqueto"; o en todo el borde, como remaches - bajo el labio, al medio de la pera, entre las cejas (aaauch), bajo la nariz (a lo toro), y lejos el que encuentro más macabro... en el pecho, mejor si es en el escote, ¡Yiauk! No, hay otros más macabros, los que se ponen en la espalda y que "le llevan" el componente sadomasoquista ¡Dolorrr!

Ah bueno, y también están los famosos expansores, tanto los de las orejas (que se verían más ad hoc con una pinta medio indígena, pero nunca es el caso), como lo que van debajo de la piel (¿Que también se llaman expansores, o no?). Esos también los encuentro asquerosillos: ¿Qué tiene de bonito tener un par de pequeños cuernos en la frente? Durante toda la historia de la humanidad "tener cuernos" ha sido vergonzoso, y ahora resulta que es cool.

Se me ocurre que es lo que en su momento pasó con los tatuajes, sólo que los tatuajes al menos pueden tener algún significado especial, o pueden estar tan bien hechos que sean dignos de aplauso.

Yo siempre me pregunto que va a pasar con estos pendex (y con algunos ni tan pendex) cuando entren al mundo laboral. Porque hay dos posibilidades: que de aquí a que eso suceda las empresas estén completamente relajadas respecto a la apariencia de sus funcionarios o... que los manden a sacarse todas esas cuestiones.

Y ahí es cuando los cirujanos se van a hacer la América. O incluso puede que no sea así, porque va a ser tan masivo que la cirugía reconstructiva va a estar incorporada al AUGE o va a estar incluída en el plan de la Isapre. Imaginen el cuadro: "doctor, vengo a que me corte los cinco centrímetros de oreja que me sobran", "doctor, necesito que me saque los cuernos", o aún peor "doztod, dezezito que me depare da dengua, tuve un pequeño azidente... así no pedo haced juizioz odales".

Así que en unos diez años más, una parte importante de la población adulta-joven en Chile va a tener al menos una cicatriz en la cara, que puede ir desde dos pequeños agujeritos, a la cara llena de hoyos. Va a ser la "Generación Cicatriz", y sus marcas ni si quiera va a ser por algo meritorio, como las marcas de bala de los policías, o los cortes en las manos de los carniceros, o los callos de los obreros asalariados, compañeros!!! (jaj, eso fue mucho...). Va a ser simplemente porque creían que se veía bonito, o porque así estaban a la moda, o porque así demostraban que no le tenían miedo al dolor... (lo que es yo, le tengo más miedo que la... y qué).

Yo sé que el comentario es como de vieja moralista, pero lolita, lolito: hay formas mucho menos invasivas de adornarse o de pertenecer a la tribu. Y si de verdad les gusta tanto el dolor o las incomodidades ¿Por qué no prueban a usar frenillos, fajas reductoras o prótesis ortopédicas? Por último les van a servir para enderezar cosas o adelgazar, digo yo.

julio 07, 2008

"Perdón... ¡Es que estoy tan enamorada!"

Había invitado a mi viejita a ver al Ballet Nacional Chileno (son secos ellos, deberían ir a verlos alguna vez), y después nos fuimos a tomar un té al Amadeus, un café al que solemos ir, que queda frente al Parque Bustamante y que tiene unas pizzas a la piedra maravillosas (me acabo de dar cuenta de que el panorama es del todo ñoño... ballet y tecito con la mamá... bueh, pero me gusta así).

Nos atendió una chica que era como Emily the Strange, pero de veintitantos, más simpática y más agraciada. Cuando terminamos, nos retiró los platos y no pareció captar nuestras caras de "no queremos nada más, gracias, sólo la cuenta". Después de un par de minutos, entendimos que efectivamente no se había dado cuenta, así que le hicimos el típico gesto con la mano (no, ese no, cómo se les ocurre... ese en el que uno simula escribir algo en el aire), y la chica se acercó:

- ¿Quieren la cuenta?
- Sí, por favor, es que, pensamos que nos la ibas a traer después de que retiraste los platos.
- Ay, no caché, perdón... ¡Es que estoy tan enamorada!

¿Y qué íbamos a hacer, sino disculparla? Porque como diría María Martha, "como toda mujer, como todas" una también ha andado con la cabecita en las nubes y se le han olvidado las cosas por andar pensando en el susodicho. Así que le dijimos que no se preocupara, y también, como buenas mujeres, le preguntamos más detalles del romance.

- ¿Y cuánto tiempo llevan?
- Tres años, pero uno conviviendo; de hecho me caso ahora en julio
- ¡Ay qué bueeeno!
- Sí, estoy con la guata toda apretada. Ya tengo el vestido comprado, nos vamos a casar en Suiza...
- ¡En Suiza! ¡Qué lindo! ¿Y por qué no acá?
- Porque me caso con una mujer. Ella es suiza, y allá sí nos podemos casar, acá no...

Pausa... ¡¡¡QUEEE!!! ¡Emily era lesbiana! La verdad es que no me sorprendió por el hecho de que sea raro ser lesbiana (de hecho, me estoy empezando a sentir minoría sexual por no serlo), sino que por la naturalidad con la que lo dijo. A nosotras, un par de desconocidas, que podríamos haberla mirado feo por su confesión. Ahí se notaba que de verdad estaba enamorada y feliz, y que quería que todo el mundo lo supiera.

Así que tratamos de adoptar la misma naturalidad que ella, y seguimos preguntándole cosas. Resultaba que sus suegros estaban re contentos con el matrimonio, y que como tenían plata, habían organizado la boda en un castillo... ¡En un castillo!

Entonces pensé que ella, "como toda mujer, como todas", también tenía el sueño de la princesa que se casa con su eeehhh... bueno, princesa azul (¿Seguirá siendo azul si es lesbiana?) en un castillo maravilloso, para vivir felices para siempre. Lo mejor de todo, es que a diferencia de muchas de nosotras que aún andamos buscando a nuestro príncipe, ella sí iba a cumplir su sueño. Y me sentí feliz por ella, y porque se le olvidara traer la cuenta de lo puro enamorada que estaba.

julio 01, 2008

Chicas (tururú...)

¿Qué nos pasa a las mujeres con Sex and the City? A mí me encanta, pese a que no soy de las que tiene un ropero tan grande que podrías llegar a Narnia, ni tampoco vivo saltando de una aventura amorosa en otra, ni tampoco soy una profesional hiper glamorosa. Y por lo mismo, cuando mi amiga Ale me invitó a una función especial de la película, acepté de inmediato; PERO... le dije que iba a ir sin maquillaje, con la pinta más sport y menos chic que tuviera; sólo para hacer la diferencia en un evento que yo suponía, iba a ser todo estiloso.

Llegamos, y en cuestión de minutos, la fila para entrar se hizo enorme. Yo pensé que me iba a encontrar con puras Sub 40 regiasestupendas, arregladas como para un matrimonio y tratando de imitar el look de las protagonistas. Pero no fue así, había de todo: chicas universitarias, de jeans y parka, casi sin maquillaje; otras con pinta de ejecutivas, arregladas, pero sobrias; una que otra que intentaba parecer Sub 40 con el gentil auspicio de la cirugía estética,Ona Sáez y Sebastián Ferrer, e incluso creí distinguir un look pokemon por ahí.

Y mientras veíamos la película (que es igual de entretenida que la serie, pero en versión extendida), creí entender por qué estábamos todas ahí: porque tengamos o no tengamos la plata para comprarnos un par de Manolo Blahnik o un bolso Louis Vuitton, a todas (o a casi todas) nos gusta salir de compras y llenarnos de trapos, zapatos, carteras, accesorios, maquillaje, cremitas y perfumes; mejor si es con amigas. Es que lo del shopping definitvamente viene con los cromosomas XX, lo mismo que la fijación por alguno de esos objetos (lo mío son los bolsos, no de marca, pero mientras más, mejor; aunque nunca he logrado entender la obsesión por los zapatos...).

A todas (o a casi todas) nos gustaría, aunque fuese para la foto, estar metida adentro de un vestido de Oscar de la Renta, Carolina Herrera, Vivianne Westwood, Christian Dior o Prada. Yo que uso vestido sólo para los matrimonios, morí de envidia cuando Carrie aparece posando con todos esos modelitos (y viéndose regia, más encima).

A todas (o a casi todas) nos gusta probarnos distintas pintas - tengamos el estilo que tengamos - y que las amigas sean el jurado. Es uno de aquellos rituales eminentemente femeninos, sólo comparable a entrar juntas al baño.

Todas (o casi todas) tenemos nuestro equipo de soporte técnico, la asistencia en ruta, el botiquín de emergencia: la o las amigas a las que les cuentas todo lo que la dignidad te permite, a las que llamas apenas tienes una copucha (propia o ajena), y que te ponen el hombro cuando quedas como pushing ball después de algún problema. De hecho, creo que esa es una de las claves de la serie y la película: el grupo de amiguis, y no sólo de esta serie y esta película; es un tema absolutamente universal.

Finalmente, todas (o casi todas) andamos buscando a nuestro propio Mr. Big, y hemos sufrido durante esa búsqueda. Hasta las chicas de Sex and the City sufren, aunque ellas lo hacen con estilo (... aquello de "los ricos también lloran" ¿No?). Pero pese a los costalazos, seguimos esperando el final feliz. Simplemente, porque es parte del hecho de ser chicas (tururú...).

Y aunque algunas feministas digan que aquello del maquillaje, la ropa bonita y el sueño del amor eterno es un estereotipo, y que ser mujer es mucho más que eso... bueno, claro que es mucho más que eso, pero ¿Para qué privarse de la parte entretenida?

P.S.: si no se entendió, lo de "chicas (tururú...)" es por la canción de Zucchero, que de hecho es una descripción bastante entretenida del "universo femenino", que le llaman.

junio 19, 2008

El enfermo enfermero

(Flashback a propósito de un examen médico)

Tenía el brazo descubierto sobre la mesa, con la vena lista para recibir el pinchazo. Y aunque la enfermera trataba de distraerme y tranquilizarme preguntándome si mi sombrero era calentito, yo miré para otro lado para no tener que ver la aguja entrando en mi piel. Y entonces recordé...

... Estábamos como en tercer o cuarto año de la Universidad, cuando una de las Chicas Superpoderosas llega contando que Felipe estaba hospitalizado. Felipe era (es) nuestro compañero regalón, un flaco hiperkinético, demasiado divertido y scout hasta la médula.

"¿Qué le pasó", "Le vino un neumotórax"; "¿Y qué ... es eso?", "Se le 'pinchó' un pulmón y le entró líquido". ¡Diablos! Jamás había escuchado hablar de algo parecido. Por suerte, Felipe estaba bien, lo tenían que operar, pero se iba a recuperar.

Así que como buenas compañeras que éramos (y que seguimos siendo), lo fuimos a ver al hospital, que estaba al lado del campus.

A mí siempre me han dado cosita las postas y hospitales, por aquello de las agujas, heridas, mangueras, tubos, olor a desinfectante y antibiótico, y ambiente de sufrimiento en general. Pero bueno,estaba camino a convertirme en una mujer grande, así que había que aperrar no más.

Llegamos, entramos a la habitación de nuestro compañero y la sensación inmediata fue de alivio, porque tenía la misma cara de risa de siempre. Lo que no era lo de siempre era la manguera que tenía enchufada a una costilla, y estaba conectada a un cestito metálico que contenía una botella, donde caía un líquido de no muy bonito aspecto y que procedía, obviamente, de los pulmones de Felipe.

Ya con eso me puse nerviosa, pero la peor parte aún estaba por venir. Porque mi amiga Bárbara tiene muy desarrollada su curiosidad científica, y sobre todo en lo que concierne al cuerpo humano, así que no encontró nada mejor que pedirle a Felipe que le mostrara la manguera, con todos los chistes de doble sentido que aquello supuso.

Nuestro querido amigo procedió entonces a descorrer su sensual bata de hospital para exhibir su herida de guerra. Y mientras Bárbara House lo miraba fascinada, a mi me comenzó a zumbar la cabeza, veía todo como foto sobreexpuesta, sudaba helado y el corazón me latía como si hubiese visto al cuco.

"Bárbara, me siento mal...", dije apenas. En la siguiente escena, figuraba yo caminando rapidito con mi amiga sosteniéndome por un lado... y con Felipe por el otro, en bata, agarrándose la manguera para arrastrar su botellita portátil, pero aún así, luciendo mucho más saludable que yo.

Nos sentamos en la sala de espera. Los chicos me abanicaban y me decían que respirara profundo. Y ahí figuraba mi buen amigo, con la cara de preocupación y la actitud protectora que yo debería estar teniendo hacia él. De a poco se me empezó a despejar la vista, comencé a entrar en calor y a sentir la cabeza y el corazón más livianos. Regresamos a la pieza de Felipe y lo dejamos que se descansara. Y yo... yo me tomé un chocolate caliente y aunque pasé susto, eso fue todo.

... "Listo", me dijo la enfermera, mientras me presionaba el brazo con un algodón. Me atreví a mirar la jeringa llena de sangre, pero esta vez no estaba Felipe ni había mangueras conectadas a botellitas, así que por suerte tampoco hubo soponcio.

junio 10, 2008

La Cama Espacial

"Mamá ¿Qué tal son los masajes en camas chinas?" - pregunté. Andaba un poco "tomaíta" que le llaman, y quería probar una alternativa distinta a mis habituales masajes en silla. "Ay hija, son buenísimos. Tu hermana también se ha hecho. Al principio duele un poco, porque son unos rodillos que te pasan por la espalda, pero te aplican calorcito... hace súper bien" - me contestó.

Así que considerando la confiable recomendación, y dado que por la radio tenía un dato de un lugar muy bueno, pedí una hora para el viernes en la tarde, como para sacarme la tensión de la semana y empezar bien el fin de semana.

El lugar era de lo más decente: con cubículos privados, todo limpiecito y perfumadito. La chica que atendía me hizo pasar, me acosté de espaldas en el armatoste aquél - que era como una camilla de hospital, pero con rieles en medio, más los famosos rodillos - me cubrió una frazadita de polar, me puso una toallita sobre los ojos (para qué... no tengo idea), programó la cama y me enchufó audífonos, porque obvio, le llevaba música de relajación. Sólo le faltó decirme "bendiciones hija, que sueñe con los angelitos".

Hasta ahí todo bien, salvo que lo que se suponía que tenía que moverse y aplicar calor no hizo ni lo uno ni lo otro. "Bah" - pensé yo, tan incauta - "A lo mejor esto funciona de otra manera"... Pero si en eso consistía el masaje, entonces mejor me iba a dormir a mi propia cama y quedaba mejor, así que me paré y diplomática como trato de ser siempre, le dije a la chica: "Oye, yo tenía entendido que esto se movía...". "¿No sientes cómo se mueve?", me respondió medio sorprendida. Yo traté de reprimir mi doble sentido y le contesté "Te juro que no se mueve nada de nada".

Partió al cubículo, volvió a programar la camilla y a hacerla andar, y entonces vi cómo los rodillos - tres, uno en cada extremo y otro al medio - se iluminaban y se empezaban a mover. "Créeme que eso lo habría sentido", le dije... Ahora sí que iba a empezar la diversión.

El masaje resultó ser una especie de siesta en un juego de Fantasilandia, pero de esos infantiles, como los patitos o el carrusel... "La Cama Espacial" podría ser. Yo no sabía si reírme, o cerrar los ojos y tratar de relajarme. Porque los rodillos efectivamente te pasan por la espalda y como que te levantan el cuerpo - las piernas, las caderas, el pecho, el cuello y la cabeza, en secuencia - así que en un minuto no aguanté, me saqué la toallita de los ojos y me miré... Juro que estaba bailando breakdance en cámara lenta. Las culebras, los gusanos, los pececitos de colores y hasta la mismísima Cuncuna Amarilla habrían envidiado mis ondulaciones corporales.

Estuve así por unos cuarenta minutos. Cuando terminé, tenía los hombros bastante machucados, pero ya no estaban rígidos, sentía las piernas tembleques y me dolía la cola (la base de la columna, no lo otro). Pero sonreía, y tenía en mi mano el comprobante de pago para cinco sesiones más.

Y la verdad, creo que no es tanto por el descanso que requiere mi cuerpo de adulta, sino que por la novedad que siempre llama la atención de mi espíritu de pendeja. ¿Nunca jugaron en las escaleras mecánicas, o en los ascensores, o en las sillas giratorias? Bueno, esto es algo como aquello, pero pagado con Redcompra y sin que tu mamá te diga, "ya hija, déjese de lesear y vámonos para la casa". Qué le voy a hacer, algunos se compran una Wii, otros rolean, otros van a tarreos... yo juego en La Cama Espacial.

abril 09, 2008

Crónica cumpleañera

Suena el despertador: las 6:16... mi nueva hora de levantarme...

Mi mamá se mete a mi cama y me da un abrazo. Yo la aprieto fuerte, aprovechando los segundos. Y me acuerdo de que cada año, para nuestros cumpleaños, a ella le vienen algo así como contracciones... demonios... ¿Me irá a pasar lo mismo con mis hijos?

Al rato aparece mi viejo; ya va de salida. Es así desde que tengo memoria: cuando nos levantamos, él ya se ha ido al trabajo. Pero hoy tengo el privilegio de estar despierta para recibir su abrazo.

Me levanto, salgo al comedor y lo primero que veo es un paquete de regalo. Hago todo lo que tengo que hacer y lo dejo para último minuto: tiene una tarjeta de mi sobrina. "EWARRBP RAEAAE OEAR REAR"... está aprendiendo a "dibujar letras", y atrás de la tarjeta viene la "traducción", escrita por mi hermana: "Tía Paula te quiero mucho. Que te vaya bien. Que vemos películas, que te quiero... y eso".

Después de eso, ya no importa tanto qué contiene el regalo, pero hay que abrirlo ¿No? Una cestita verde, con tres variedades de té adentro, y un colgante de plata y piedra color ámbar. Mi hermana me está armando una pequeña herencia en joyas.

Llego a la radio corriendo, tengo que leer noticias. Abro mi mail para imprimir el boletín y me encuentro con un correo de mi compañera. Sí, la misma con quien yo había decidido tener una relación cordial, pero distante. "Quería ser la primera en saludar", me escribe, "que se cumplan tus sueños, y si no ocurren este año, que sigas luchando por ello". Y me pilla mal parada, porque se me arrancan unos lagrimones ¿Será la edad? Al rato aparece con una caja de chocolates. Le doy las gracias, un abrazo y comienzo mi agitada rutina diaria.

Escribo, escribo, escribo. Voy a leer las noticias. Escribo, escribo, escribo. Atiendo el celular: "Amiiiga, gracias, sí, nos vemos a la hora de almuerzo", "Amiiiga, gracias; sí, nos vemos el viernes". Escribo, escribo, escribo. Atiendo el teléfono de la oficina: "Paula, te vinieron a dejar algo..." ¿El pedido de Amazon? Es muy luego ¿Alguna invitación a lanzamiento de libro o algo por el estilo? Tal vez. Pero no, es el habitual ramo de flores que suele ser cortesía de mi padre, pero que esta vez viene firmado por toda mi familia, y que me hace sentir como toda una miss Chile. De hecho, hubo un año en el que no fue uno, sino tres o cuatro ramos de flores... me tuve que ir en taxi a la casa.

Sigo: bajo las escaleras, le entrego el libreto al locutor; subo las escaleras, termino de escribir el otro libreto para el otro locutor. Vuelvo al escritorio, suena el teléfono: es mi mamá cantando a todo pulmón... en la radio están tocando la canción que ella siempre me canta. Todas las grabaciones están OK, corro al metro: las Chicas Superpoderosas me esperan; no pueden almorzar conmigo, pero me quieren dar mi abrazo... obvio, ellas son de las que siempre están ahí.

Paso a un almacén a comprar jugo para que brindemos. Nos encontramos en la boletería... abrazos... besos... regalos y el brindis. Conversamos apuradas, les agradezco sus regalos y el poder vernos, aunque sea un ratito.

Vuelvo, sigo trabajando. Sigo trabajando y contestando el celular. Aparece la señora del aseo: "Huuuy, que lindas las flooores ¿Se las trajo su marido?"... (Cara de "¡¿Que me las trajo quién?!")... "Nooo, ni marido ni pololo ni el perro que me ladra, son de mi familia", "¿Pero cómo? ¿No tiene pololo? Y tan rebonita que es... y no se pinta ¿Y por qué no se pinta? Mire, si tiene tan bonita boca, tiene hasta el corazoncito hecho. Póngase un poquito de brillo más que sea".

Continúo con el laburo, ya a punto de cerrar el boliche, cuando aparece mi jefe. Que un Powerpoint, que los libretos... wawa-wawa wawa-wawa... hasta qie RING! el teléfono interrumpe una, dos, tres veces; mi jefe se rinde a mi rango de celebridad-por-un-día y me deja libre.

Me junto con mi hermana, tomamos la micro, pero a poco andar se acuerda de que se le quedó algo en la tienda en la que estaba. Nos devolvemos, y yo la verdad ya no tengo ganas de hacer el trayectyo a casa toda apretujada así que ¿Qué diablos! ¡Estoy de cumpleaños y me quiero ir en taxi a mi casa!

Llegamos, hay cóctel: cositas para picar, champaña y la torta... aparece la torta, que por suerte no trae todas las velas, porque me da flojera el esfuerzo. Lo que no me da flojera es pedir mis tres deseos. Brindamos, comemos, nos emocionamos. Sigue sonando el teléfono, pero no... "esa" llamada no llega. No tendría por qué llegar, no hay quién la haga. Aunque la verdad, nunca he estado emparejada para mi cumpleaños, así que pese a que me gustaría recibir ese saludo especial, no es precisamente algo que eche de menos (si se entiende la sutil diferencia).

Así que finalmente me voy a la cama, contenta. Cómo no, si aunque haya cumplido 28, soy igual que los niños: con algo de atención y cariño soy profundamente feliz. Y vaya si hoy los recibí.

marzo 25, 2008

Tomando notas

Honestamente, me costó reunir las ganas y sobre todo, encontrar el tiempo para escribir este posteo. El proceso de adaptación al nuevo trabajo ha sido mucho más rudo y existencial de lo que yo pensaba.

Pero se acerca una fecha que inevitablemente me llama a sacar cuentas: un nuevo cumpleaños, que si le creemos a los astrólogos (y yo tiendo a hacerlo) es el verdadero inicio de año para uno, y que está precedido de varias sacudidas vivenciales - o de una sola, pero grandototota.

Si miro para atrás, la forma más precisa que encuentro para resumir el último año es una laaarga clase de sobrevivencia, con una enooorme cantidad de pruebas; grandes y pequeñas, importantes y olvidables, golpeadoras o inocuas. De partida, si comparo este marzo con el del año pasado, pasé de un trabajo casi ideal a uno común y corriente; hubo cambios en la familia, hay más nombres en la agenda de mi celular, tengo un diplomado más a cuestas y un número importante de dudas resueltas.

Y como siempre me he preciado de ser matea, obviamente he tomado buenas notas de todo ello. Así que si me preguntan, esto es lo que he aprendido:

- La primera y la más grande de todas las lecciones de los últimos doce meses es que la implacable no es la muerte, sino la vida. Porque cuando pierdes a alguien, aunque tú creas que hasta ahí no más llegaste, te encuentras despertando al día siguiente, tal y como estabas el día anterior, teniendo que (y queriendo) seguir andando... y es increíblemente bueno que así sea.

Laboralmente hablando:
- Cuando las buenas rachas terminan, hay que saber conformarse, y sobre todo, saber adaptarse, ya sea si el cambio fue decisión tuya o no.
- Si el cambio fue (en parte) decisión tuya, tienes que asumir las consecuencias al cien por ciento, porque finalmente puede resultar que salgas perdiendo más que ganando... y si es así, bueh... es lo que hay no más.
- Definitivamente el trabajo no necesariamente es lo que más te gusta hacer en la vida; y tus compañeros de trabajo no son necesariamente tus amigos, por más que tu andes con tus mejores intenciones de aprender y socializar. Finalmente llega un punto en el que tienes que aceptar que te encontraste (de nuevo) con una pega que es simplemente eso, y no lo que le da sentido a tu carrera; y que no tienes por qué esforzarte por hacer buenas migas si no hay feedback.
- Cuando te encuentras en una situación como esa, definitivamente tienes que buscarte otra cosa que te "llene"... lo que sea, desde meditación budista, hasta comprarte una ballesta y practicar tu puntería en el patio de tu casa.

Familiarmente
- Hay que tener cuidado con eso de creerse el autista, el diferente o el autosuficiente de la familia; porque resulta que a la primera de cambio, el familión se va de vacaciones a Buenos Aires y tú te quedas solo, llorando cual nene que no encuentra a su mami... y no es entretenido...
- No hay nada mejor que los sobrinos (o al menos hasta que les da la pataleta): te quieren simplemente porque sí, te lo demuestran cada vez que pueden y son felices con unos pocos minutos de atención de vez en cuando. Y lo mejor de todo: no son tu resposabilidad directa, jejeje.
Relacional-afectiva-amorosamente
- Tengo un orgullo más grande de lo que pensaba, que cuando sale herido, me hace mandarme unas metidas de pata de aquéllas... y lo peor de todo es que me demoro un kilo en darme cuenta de que la embarré, y otro kilo más en juntar el valor para reconocerlo. (Soundtrack: "I'm sorry, so sorry, please accept my apollogies...")
- Siguiendo con los "definitivamente"... no me gusta estar sola (entiéndase sin pareja), aunque lo he estado la mayor parte de mi vida. Intenté acostumbrarme y abrazar la bandera de la libertad, pero las pinzas, siempre me ando imaginando cómo sería ver esa película, bailar esa canción, ir a esa ciudad nueva junto a "él", el elegido, the only one, etc.
- Más "definitivamente"... tengo que dejar de creer en el Viejito Pascuero y comenzar a convencerme de la máxima que indica que si un tipo está interesado, necesariamente va a hacer algo al respecto. Porque en el último año tuve varias relaciones, pero todas ocurrieron sólo en mi mente, si se entiende...
- Aunque me atrae la idea de picotear por aquí y por allá de vez en cuando, mi naturaleza tiende más bien a buscar un "proyecto a largo plazo", que le llaman. Y los candidatos para ese tipo de proyecto andan escaseando... pero eso no es novedad, de hecho, es de lo que nos quejamos muchas mujeres.
- Y sí, mi naturaleza también es tradicional cuando de "abordaje" se trata... soy de las que prefiere ser buscada a salir a buscar (y luego nos quejamos del machismo ¿No?). Las únicas veces que he intentado dármelas de cazadora por la vida, los resultados han sido desalentadores...

Ahí terminan mis notas por ahora, aunque con lo acontecida que ha estado mi existencia últimamente, puede que no sean las últimas que tome antes de sumar una vela a la torta... y a propósito de velas y tortas, los buenos deseos son siempre bienvenidos en vísperas de cumpleaños, así que ¡JUEGUE!

marzo 07, 2008

Lecciones de urbanidad

Este es uno de esos posteos "pateadores de perra", y surgió a partir de una "situación" en el supermercado. Estaba yo esperando en la fila de la caja express, que debe su nombre a que la atención se supone que debe ser... Bingo! "Express", peeero... eso es así sólo si quienes están contigo en la fila también entienden el concepto.

Lo que no era el caso de la parejita que estaba delante mío: los muy perlas, probablemente producto de los efluvios de amor que corrían por sus venas (hay que ver cómo se pone uno en ese estado...), olvidaron que estaban en un supermercado en vez de en la verdulería de la esquina; y pasaron un choclo y un zapallo italiano así no más, sin acordarse de que esos productos en particular se pesan antes (en gramos y en plata). Resultado, un taco de sus buenos minutos, porque obviamente la cajera tuvo que llamar a la supervisora para que le diera los precios por unidad de las verduras de la discordia.

Ya, de repente estoy exagerando y siendo demasiado quisquillosa, pero... levanten la manito los que no sabían que en el supermercado las frutas y verduras se pesan antes de pasarlas por la caja... ¿Alguien? ¿Nadie? Tú no Esperanza, tienes cinco años... por favor perdonen a mi sobrina...

En fin, el punto es que después de eso me puse a pensar en todas aquellas situaciones en las que son necesarias pequeñas lecciones de educación cívica o urbana, para que la cosa fluya y no haya ninguna enojona como yo que pueda alterarse ante los inconvenientes.

Empezando por el supermercado: como lo habitual es que los pasillos no sean precisamente la Nueve de Julio (eeehhh, estuve en Buenos Aires hace poco, viste?), suele armarse taco. Y sería tanto más expedito y agradable para todos si aprendieramos aquella norma básica de circular por la derecha, en vez de quedarnos con el carro atravesado en medio, sin dejar pasar a nadie mientras decidimos si llevar sopa de pollo o de espárragos; o en vez de nosotros mismos atravesarnos delante de los carros (porque "el peatón siempre tiene la preferencia", y pobre de tí que me pases a llevar con el carro...).

Aunque definitivamente donde es fundamental la urbanidad es en el Metro. Gente, el "deje bajar antes de subir" no es un antojo de los guardias!!! Y ahí uno puede hacer una laaarga lista de otros casos incómodos: las personas que se quedan al lado de la puerta, pero que se van a bajar como veinte estaciones más allá; las que no mueven ni un dedo cuando les pides permiso para pasar, los que creen que porque el carro va lleno vale afirmarse de lo que sea, hasta de la ropa de los otros (hay algunos que incluso aprovechar para agarrarse de cinturas ajenas... pregúntame el nombre primero al menos, no?); o los que se te cargan en el cuello cuando tu vas sentado y ellos van a tus espaldas... en fin...

Creo que todo se resume en aquella pa-que-tan-usada frase que habla de que la libertad de uno termina donde comienza la del otro. Está bien, reconozco que yo no soy un ejemplo de urbanidad las 24 horas del día, pero mientras tanto, al menos estoy intentando superarme.

¿Usted también quiere patear la perra contra la poco urbanizada humanidad? Please, be my guest!!!

BONUS TRACK - "Windtalkers": otra de las situaciones de este tipo que detesto es la gente que se pone a reclamarle al viento, porque la queja no va contra alguien en particular, sino que contra el mundo en general, pero sí, como que están esperando despertar la solidaridad del "ciudadano de a pie" que tienen al lado. La otra vez en el metro, iba un grupo de pokemones haciendo desorden, y un señor con pinta de obrero de la contru (que suelen caerme bien, salvo por actitudes como esta...) empezó a declamar, genuinamente enojado: "Claro, cómo vamos a progresar con esta juventud, miren como andan vestidos...". Ya, todos tenemos derecho a enojarnos, pero no le veo el punto a verbalizar tu ira de esa manera; te desahogas, pero no solucionas nada... y resultas bastante molesto.

febrero 26, 2008

De por qué veo lo que veo

A no engañarse por el título de este posteo, no voy a escribir sobre mis problemas a la vista, o de que estoy teniendo alucinaciones, o de que mi punto de vista sobre la vida es tan único y especial, oj oj oj... no señores, voy a escribir sobre... PELÍCULAS!!!

Lo que pasa es que si el año pasado lo que creció fue mi biblioteca, este año la cosa va por el lado de mi colección de pelis. Primero, porque junto con el cambio de trabajo, recuperé a mi dealer de hace un par de años, y porque además ¿Es idea mía o el rubro DVD's acusó el golpe de la piratería y está demasiado barato?
Anyway, el asunto es que revisando mi filmoteca, me puse a pensar (porque sí, de vez en cuando lo hago) en por qué compro lo que compro. Y no son películas que me traigan recuerdos (de hecho, suelo no acordarme de con quién vi qué película), o sólo clásicos o cine de autor (porque hay gente que lo hace, de puro presuntuosa) o estrenos pirateados con los que quiera arriesgarme (porque puedo quedarme con algo que definitivamente no me gustó).
Básicamente - y aquí no creo estar aplicando un criterio demasiado extraordinario - mi colección de pelis se compone de cintas que en su momento, o me dejaron marcando ocupado, o me entretuvieron muchísimo, tanto como para verlas una y otra vez... películas que terminé de saborear harto rato después de que pasaran los créditos finales. Pero para no dar la lata de ir título por título, voy a ir por categorías... inventadas por mí, obviamente. Y dice así:

- Categoría "Qué-fue-eso": son películas que, más que dejarme marcando ocupado, me activaron la contestadora automática, onda "no estoy, deje su mensaje". En este rubro califican Delicatessen, que me dejó con la sensación de ser demasiado para mi joven cerebro de 17 años; El Abogado del Diablo, que me dejó con hipo; Amén, que me dejó con lloradera (Mathieu Kassovitz de cura, no me pueden hacer eso) y Nueve Reinas, que me dejó con ganas de ser estafadora.

- Categoría "Soy tu groupie": son esas películas que incluyeron lectura previa de las novelas o los cómics en las que están basadas, identificación con alguno de los personajes, compra de merchandising e incluso fabricación de éste (gracias Ale por la bufanda de Gryffindor)...o sea, engrupimiento descarado. Resumiendo, son El Señor de los Anillos, Harry Potter, Batman (Regresa e Inicia) y X-Men... aaaunque, en el caso de estas últimas dos sagas, tengo que agregar el factor hormonal, lo que nos conduce al siguiente tipo de película.

- Categoría "Ohmaigosh": Con Batman definitivamente me pasan cosas... no sé si es el hecho de que es un simple mortal, el traje negro, la cosa del enmascarado, la personalidad atormentada... pfiu, mal, y peor si lo interpreta Christian Bale. Misma historia con Wolverine/Hugh Jackman, he llegado incluso al extremo de calificar sus mejores apariciones y repetir las escenas hasta que se me pasa la hiperventilación. Es nada más que por esa razón por la que tengo El gran truco, Scoop, Kate & Leopold y Alguien como tú. Y las otras que entran en esta categoría son Drácula 2000 (ay qué vergüenza) y 300, cuya razón de ser tiene nombre y apellido: Gerard Butler... ya, está bien, 300 va más allá de él, pero era sólo para ilustrar el nivel de adoración.

- Categoría "Creo que voy a llorar": simplemente porque son bellas y porque te hacen creer por un rato que la vida es justa (buaaahhh... ejem, perdón), aquí entran Amélie, Las Alas del Deseo y Tan lejos, tan cerca. De hecho, con las de Wenders me pegué tanto que las usé un par de veces para hacer trabajos en la Universidad, unos volones dignos de Cahiers du Cinéma. Y cuando supe que Amélie y Delicatessen eran del mismo director, me puse a ver todo lo poco que encontré de él (no, Alien IV no, las otras...).

- Categoría "Vocacionales": o "Películas para Periodistas", esas que a la mayoría del público le parecen interesantes, pero que a los que estudiaron periodismo los iluminan y les parece que estuvieran hablando de ellos (si, hay bastante de egocentrismo en la profesión). Aquí entran El Ciudadano Kane - o una de las tantas lecturas que se puede hacer de ella - Todos los hombres del presidente y Buenas noches, buena suerte (qué-bella-película, no hay caso con el blanco y negro).

- Categoría "Ay, pero qué jajá": aquellas que activan mi particular, hereje y un tanto torcido sentido del humor. Alta Fidelidad no es muy torcida, pero tiene unos personajes bastante disfuncionales que son notables (y además, me encanta Cusack); también están Dogma y Divinas Tentaciones, que son de aquellas por las que deberían excomulgarme - aunque no estoy segura de que el catolicismo esté enterado de que al menos en los papeles, sigo en sus filas - y finalmente, Cómo perder a un hombre en diez días, la mejor caricatura de una mina odiosa que he visto en mi vida, y la mejor definición de aquello en lo que hay que evitar transformase, niñas.

Hay más, obviamente, pero no voy a revelar mis placeres culpables, así que lo dejaré sólo en mis títulos favoritos... ¿Y usted, qué tiene en su filmoteca, ah?

febrero 20, 2008

¡¡¡Porque Paulam tienem Festivalm!!!


No hay caso. Cada año que pasa me quedo esperando a que ocurra el milagro y el Festival de Viña tenga al menos UN número completamente de mi gusto. Está bien, hago un mea culpa: los artistas que escucho ni siquiera se toman la molestia de poner a Chilito en sus agendas de viaje, así que menos los van a traer por una noche toda mezquina.

Pero como soñar es gratis, y como al final igual voy a terminar mirando los condoros de Sergio Lagos y envidiando los vestidos de la Tomicic, entonces decidí armar mi propia parrilla programática festivalera, algo así como el Festival de Paula en el Mar (...arriesgando burlas del respetable público bloggero, por mis gustos musicales un tanto bizarros). Así que aquí vamos.

Primera Noche, "Griterío y desmayos al por mayor": el único de los artistas que vienen este año y que me gustaría que estuviera en MI Festival personal es Miguel Bosé. Ya, está bien, ha venido cuatrocientas mil ochocientas dos veces, casi le podemos contar los kilos que ha subido en cada visita, pero es sandía calada, qué le vamos a hacer. Y para rematar, lo pondría en la misma noche con Luismi... a ellos dos nomás, nada de número de apertura, competencia, presentación de jurado,"marlenazos"...nada. Sólo ellos dos, imagínense: públicos completamente afines y vendedores ambulantes felices por la enorme cantidad de cintillos, posters, poleras, banderas y los infaltables cojines pasa-rollos con la cara del artista que venderían. La Cruz Roja tendría más pega que para el 18 y el Año Nuevo, pero estoy segura de que al menos el contingente femenino lo pasaría bien.

Segunda Noche, "Anglo Posh": para este show yo subiría cara de palo los precios de las entradas, y estoy segura de que el "target" estaría dispuesto a pagarlo. Porque Lisa Stansfield vino a Chile hace como cuatrocientos mil ochocientos dos años (jaj, me encanta ese número), a San Carlos de Apoquindo; así que se enteraron Mary Rose, Julita y sus amigas del club de bridge, y sería. Y si además, "le lleva" el talento más reciente, digamos Michael Bublé, tienes garantizado que Mary Rose, Julita y sus amiguis se peguen un F5 en sus gustos musicales y lo pasen divino, divino con este chiquillo tan dije. Estaría lleno de peloláis de segmento adulto, pero no importa, me consuela la cantidad de páginas que conseguiría en Caras y Cosas.

Tercera Noche, "Desde el más allá": esta sería lejos la noche más cara de producir. Porque resucitar a los muertos definitivamente sería un trámite considerablemente ostentoso... imagínense la cantidad de permisos de sanidad que tendría que conseguir, para asegurar que el cadáver no se nos vaya a terminar de descomponer en escena. Pero bueno, lo que importa es su música, así que se aguantan el olor a podredumbre no más. Edith Piaf sería mi primera prioridad, le consigo jóvenes acompañantes, litros de morfina, a la Marion Cotillard para que sea su doble, lo que quiera con tal de escuchar "Non, je ne regrette rien" en vivo y en directo... para llorar. Y aunque todavía tiene integrantes vivos y funcionando, Queen sin Freddy Mercury no es lo mismo... y ahí si que me ganaría el cielo, porque mi amiga Ale me adoraría por el resto de su vida.

Cuarta Noche, "Especial Boysbands": esta sería la noche de los placeres culpables, así que se haría sin acceso para la prensa, porque no creo que haya mucha gente dispuesta a salir en la tele o en el diario chillando por grupos que tienen videos francamente vergonzosos, que no son precisamente un aporte a la historia de la música y que no duraron más allá del cuarto disco. Pero no importa, me gustan igual, y los que vendrían a MI Festival personal han seguido sacando discos, así que están actualizaditos... ya no les da el cuero para cantar y bailar al mismo tiempo, pero siguen conservándose bastante bien. Take That para abrir y Backstreet Boys para cerrar, y después de eso no puedo hablar en dos semanas de tanto chillar.

Quinta Noche, "Se armó la fiesta mierrr": para esta noche se prohibirá la entrada a quienes hayan nacido después de 1980, y que no sepan quién es Cindy Lauper (lo siento por tu hermana chica, Bárbara) o no hayan tomado bebida Free. Garantizo ausencia total de pokemones, emos, oshares, otakus y todas esas tribus que me hacen aflorar el lado nazi; pero lo que no podría asegurar es que alguien de tu mismo sexo no te haga cambio de luces. Abren la noche los Erasure, con la pinta más gay que encuentre Andy Bell (plumas, lentejuelas, colaless, me da lo mismo; a él se lo aguanto) y cierra ella... la única, la incomparable, imitada pero jamás igualada, la señora "tengo tanta plata que de puro aburrida, ahora voy a hacer películas": sip, la mismísima Madonna.

Para los que se entusiasmen con mi programación - y considerando que es absolutamente imposible que tan magno evento llegue algún día a concretarse - estoy pensando seriamente en juntar videos en vivo de todos estos artistas, pegotearlos con imágenes del Festival, trucar las presentaciones de los animadores y voilá!!!... lleve su DVD del Festival de Paula en el Mar!!!. Pobre del que lo suba a Youtube eso sí, porque lo acuso por violación de derechos de imagen.

febrero 11, 2008

Cambio de trabajo (comedia en cuatro actos)

PRIMER ACTO: Lunes al mediodía, en el trabajo nuevo. Me habían citado, supuse, para las formalidades y el papeleo previo.

- ¿Y en qué situaciòn contractual estás con tu otro trabajo? - el nuevo jefe está apurado; como todos los jefes, necesita las cosas "para ayer".
- Mañana pretendo presentar mi renuncia, porque es día de pago, entonces quiero asegurarme con eso primero.
- Ya, porque necesitamos que eso esté en regla lo más pronto posible.
- En todo caso, yo estoy disponible desde mañana mismo.
- ¿Mañana? No, vamos a empezar ahora mismo: de aquí al viernes tienes que estar manejándote perfecto en esto.
- ...(glup)... ah, OK...

El Primer Acto termina ese día como a las ocho de la noche, con una libreta llena de apuntes y una cabeza revuelta con tanta información.

SEGUNDO ACTO: Martes, cuatro de la tarde, en el trabajo antiguo.

(En la recepción)
- ¡Hola poh! ¿Qué hacís acá, no estabai de vacaciones? - la cara de sorpresa de mi compañera estaba como para cámara escondida.
- Vine a presentar mi renuncia...
- ¡¡¡Qué!! Pauli no, espérate, no la presentes... te iban a echar igual...
- ¡¡¡Qué!!! (así que con esas andamos...) No, no me puedo esperar, así que nada que hacer, les voy a facilitar las cosas.
(En la oficina del antiguo jefe)
- Don..., vengo a presentarle mi renuncia. Hace algunos días surgió una oferta laboral que me conviene económicamente y que me va a permitir hacer algo distinto a lo que he venido haciendo hasta ahora en radio. Así que decidí tomarla...
- Bien pues, buena suerte entonces...
- (¿Y eso sería todo? ¿Nada de "gracias por todo", "fuiste un gran aporte"? ¿Ni siquiera una actuación para disimular las ganas que tenían de echarme?)... Eeehhh, gracias... bueno, y también obviamente quería agradecerle por blablablá blablablá blablablá (parloteo intrascendente para quedar como una dama)..
- Bueno, que te vaya bien entonces. Tengo entendido que tienes que presentar una carta formal (¿"Tengo entendido"? ¿No se supone que los jefes conocen bien el procedimiento?)
- Sí, ya la tengo lista...

El Segundo Acto duró con suerte diez minutos. Pero luego de la decepción y la confusión por la reacción del boss, me quedé con una agradable sensación de alivio.

TERCER ACTO: Cualquier día, en cualquier rincón del nuevo trabajo.

- ¿¿¿Paula???
- ¡Hola! ¿Cómo tai?
- Bien, y tú ¿Estás trabajando acá?
- Sipis, es mi primera semana
- ¡Qué buena! Nos vamos a estar viendo entonces, que te vaya bien...
El Tercer Acto se repite varias veces durante el día y durante la semana. Como en El Ateneo de Buenos Aires, fue como estar en casa.

CUARTO ACTO: Viernes en la noche, en un pub de Manuel Montt.

Mis ahora ex compañeros de trabajo habían planeado una despedida para todos los que habíamos renunciado o los que habían echado de la pega; que resultamos ser nueve o diez en los últimos dos o tres meses.

A las ocho éramos sólo dos, pasadas las nueve éramos unos diez... a las diez, éramos unos quince y ya pasada la medianoche perdí la cuenta. A vuelo de pájaro, calculo que éramos unas veinticinco a treinta personas; deben haber estado ausentes sólo los que estaban de vacaciones y los jefes, obviamente.

Hubo flores para las chicas y encendedores para los chicos; montones de buenos deseos, fotos, abrazos y sonrisas... el tipo de cosas que te hacen empezar a arrepentirte de haber renunciado. Pero ya está hecho, y a estas alturas lo único que puedo desear es, primero, que me vaya bien en la nueva pega; segundo, que algún día, tal vez más adelante, vuelva a tener un trabajo tan entretenido como el que tenía (que dejó de serlo no por que yo quisiera, claro; de ahí la renuncia). Y tercero, que en la nueva pega o algún día, más adelante, vuelva estar entre gente tan entretenida y aperrada como mis ex compañeros.

febrero 01, 2008

Anecdotario de Viaje

A estas alturas, decir que Buenos Aires es una ciudad alucinante, que está todo pasando, que es tan grande, tan entretenida y blablablá, es un lugar común. Uno al que es inevitable sumarse, en todo caso... sí, vengo llegando de estar allá y quiero presumir un poco (je), pero más que eso en realidad la idea es contar lo personal de la experiencia, porque describir cómo es la ciudad sería precisamente caer en aquel lugar común.

Claro, es bastante lógico que Buenos Aires sea interesante: proporcionalmente hablando tiene, digamos, el triple o el cuádruple de posibilidades que Santiago de ser interesante. Hay más espacio donde poner parques, edificios con linda arquitectura, librerías, cines, teatros, cafés, tiendas, muchas tiendas y el triple o el cuádruple de gente con historias que contar (y eso sin hacer el un tanto prejuicioso comentario respecto a la tendencia de los argentinos de hacerlo todo en grande ¿No?).

Pero bueno, aplicando poder de síntesis, he aquí algunas anécdotas de viaje:

- Siéntase como en su casa (Locación: Exteriores, Avenida Santa Fe; domingo casi al mediodía): Básicamente, uno de los propósitos de este viaje a Buenos Aires era (además de conocer y descansar, por cierto) sacarme unas ganas que tenía pendientes desde hace unos cuatro años - que fue cuando viajé allá por primera vez - y que tenían que ver con conocer la famosa librería El Ateneo. La vez anterior sólo me pude acercar a una de las sucursales y estaba cerrada, así que en esta ocasión yo iba a por la sucursal principal.

Después de mucho caminar (algo que fue una constante del viaje, en todo caso) llegamos (mi mamá y yo) hasta la puerta de la librería. Parecía cerrado, pero mi madre tuvo a bien preguntar si efectivamente estaba cerrado. "Abrimos a las doce, señiora", que era en quince minutos. Nos dimos unas vueltas, volvimos, entré y me encontré con un recibidor no más grande que cualquier librería en Santiago. "¿Y sería?", pensé... pero no, la trampa estaba en que subiendo una escalera, la vista era otra cosa: un teatro antiguo, circular, con los tres niveles de palcos readecuados con estanterías y sillones; más un subterráneo ídem. Todos los libros, películas y música que quisieras estaban ahí, categorizados, ordenaditos alfabéticamente y listos para que te sumergieras en ellos. Ante mi cara de omaigosh, mi madre sabiamente me dijo: "Hija, vaya a ver las cosas que anda buscando, yo voy a estar en..." Zzzip! Yo ya había desaparecido.

Claramente no me quedaría a vivir allí, pero me sentí como en mi casa, si se entiende. La cajera me miraba con cara de "esta se volvió loca", cada vez que yo iba con un montón de libros, discos o películas a pedirle que me los guardara, porque obviamente no podía andar con todos ellos encima. Fue tanta mi abstracción, que cuando terminé, encontré a mi mamá con cara de preocupada conversando con una de las guardias de seguridad... le había preguntado si me había visto, porque pensó que me había perdido. Y sí, definitivamente me perdí por un rato, pero fue increíble.

- Las chicas sólo quieren divertirse (Locación: interiores, peluquería D'Antoine, Paseo Florida; martes en la mañana): como buenas chicas que somos mi madre y yo (y por más que yo sea más bien relajada en cuanto al cuidado personal), nos gusta hacernos cariñitos de vez en cuando y ponernos lindas. Así que partimos a que le tinturaran el pelo, a ella, y a que me sacaran la mugre de la cara, a mí. Al entrar nos recibió una tríada de estilistas... Fede, Diego y Facu, supongamos, todos divinos ellos, y les pregunté en qué consistía algo que anunciaban como "pulido de piel": "Mirá, es un tratamiento en base a colágeno ¿Viste? Primero te limpiamos y exfoliamos, te sacamos todas las impurezas, y luego te aplicamos este producto, que te deja la piel maravishosa". El de la explicación era uno de polerita apretada, peliparado y engelado, con los ojos bien delineados (arriba y abajo) y unas pestañas que ya se las querría Penélope Cruz; que mientras hablaba, me miraba con una cara entre desprecio y asco, como diciendo "Ay ¡Valor! Esta pobre nena es un desastre, mirá lo que es esa piel, qué trabajo que me va a dar". Pero como no estaba dentro de mi presupuesto, opté por una limpieza más simple, que el chico de la explicación se negó a hacer, porque "sho sólo hago de ochenta (pesos) para arriba".

Allá él con sus ojos delineados, pensé, así que finalmente me atendió Martha: "¿Sos descendiente de árabe vos?", "Eeeh, nop", "Ah mirá, tenés el tipo", ("Capaz que sí, majitu quiridi"). Bien amorosa ella, luego de aplicarme menjunges varios y de la correspondiente conversación sobre Menem y la Bolocco me dijo: "Ahora sí mamiruchi, mirá cómo se descongestionó esta carita, sha está, mirá como brisha". Y brillaba, por cierto.

Así que le agradecí a Martha por regalonearme en argentino y por un dato de besheza que me dio... tomen nota nenas: no se laven la cara sólo con agua y jabón, porque el agua tiene demasiados químicos y el jabón es puros químicos, básicamente. Después de que se la laven, terminen de limpiarla con una leche o una loción, para que no les queden esos químicos en la cara, sino que los otros más amables del producto en cuestión. Ahora... todas al unísono... "Graaacias Marthaaa".

- ¿Farmacity?... ¡Sin City! (Locación: exteriores. Todos los días, en varias partes de Buenos Aires): Tengo que reconocer cierta debilidad por algunas tiendas, como las librerías, las disquerías y las de películas, pero además las de accesorios y las farmacias que "le llevan" perfumería y cuidado personal, drugstore que le llaman. Respecto a estas últimas en particular, en Buenos Aires (y en toda Argentina, supongo) hay una cadena llamada Farmacity que es como si Salcobrand, Cruz Verde y Ahumada se hubieran fusionado en una sola, con la consecuente proliferación de locales. Te topas con una cada dos o tres cuadras y fueron al menos para mí, una tentación irresistible: primero fue la excusa de los encargos, después la de los regalitos, después la de las cosas para nosotras mismas y después "por si acaso se nos ha olvidado algo". Cada vez que pasábamos por fuera de una, terminábamos entrando y comprando algo... la ciudad del pecado, sin duda; aunque como estoy trabajando en no ser una persona culposa, la verdad es que no me importó mucho, y lo disfruté demasiado.

- Babel (Locación: exteriores, interiores... en todas partes): Salvo en el hotel y en las tiendas, uno a ratos echaba de menos el acento argentino. Porque en realidad lo que más pululaba por las calles eran turistas: alemanes, italianos, franceses, holandeses, gringos por cierto, brasileños a montones y muchos, pero es que muchos orientales. En el hotel de hecho, nos topamos con unos húngaros, a los que mi vieja no pudo resistirse a preguntarles de dónde eran, después de vanos intentos míos por descifrar su idioma (una mezcla según yo, de alemán y francés). Finalmente nos terminamos entendiendo en inglés, y nos contaron que habían estado saltando de Chile a Argentina intermitentemente, así que hasta les di consejos respecto al tráfico y lugares que tenían que conocer. Fue como estar en una reunión de Naciones Unidas, pero al aire libre.

- ¡Por favor un supermercado! (Locación: interiores, estación de trenes de Retiro): Yo no sé cómo se las arreglan los bonaerenses para la compra mensual de mercadería, porque lo que más tienen son almacenes pequeños. Para encontrar un supermercado grande tienes que peregrinar cuadras y cuadras, preferentemente en bus o en nuestro caso, en tren... así tal cual, tuvimos que tomar algo así como nuestro Metrotren y bajarnos a una distancia como la que hay de Estación Central a Buin para encontrar un supermercado como aquellos a los que uno está acostumbrado.

Porque además está el tema de que la ciudad es tan grande, que son pocos los que la conocen bien y te pueden dar indicaciones como la gente. Hay personas que viven en Buenos Aires, pero no conocen el centro, se mueven sólo dentro de sus barrios. Y ahí es cuando yo al menos, le encontré el gustito a vivir en Santiago: no es tan difícil conocerlo bien y tienes las cosas considerablemente más a mano... el problema ahora es que ya no es tan simple trasladarse de un punto a otro. Pero eso es harina de otro costal, y cada uno sabe a quién quiere echarle la culpa por eso.

De todas formas, Buenos Aires es entretenidísimo y falta tiempo para conocer la enorme cantidad de sitios turísticos que tiene. Así que ahí es cuando es uno el que tiene que decidir qué es lo que le interesa conocer: si la Buenos Aires de las postales, aquella de Caminito y Gardel y el Obelisco y blablablá; o la "temática", porque tiene para todos los gustos... eso sí, tengo un solo reclamo: ¡¡¡No pueden tener un Museo del Cine y que esté cerrado por remodelaciones justo cuando voy yo!!!

enero 22, 2008

Los chicos siempre serán chicos

El tema de hoy, estimados bloggeros y cibernautas, es cierto siniestro programilla de Canal 13 llamado "Amor Ciego", un show de citas del tipo chica-es-disputada-por-muchos-chicos.

Debo confesar que al menos con el capítulo que vi ayer me divertí mucho. Pero luego voy a eso, lo primero es criticarlo hasta que me dé hipo. Punto uno: en sus versiones originales - lo que es sinónimo de gringas, en este caso - léase The Bachelorette, The Bachelor, Next! y demases, tanto el objeto del deseo como los competidores eran, si no francamente guapos, al menos interesantes.

Pero ¿Cuál era la idea de encerrar a una despampanante peloláis con la Selección Chilena del nativo promedio? ¿Que triunfe el amor verdadero, aquel que va más allá de las apariencias? ¡Las pinzas! Moralina barata, señores.

Sí, sucede... chicas lindas con chicos feos, chicos guapos con chicas feas... pero se da naturalmente, y no porque "es lo que hay".

En serio, como participante habría que ser muy iluso o efectivamente haberse enamorado de la chiquilla para creer que junto con el reality vas a ganar su corazón. El que esté ahí metido y tenga esas ideas en la cabeza, está puro perdiendo el tiempo (aunque para envidia nuestra, esté ganando plata mientras pierde el tiempo).

Televisivamente hablando, digamos, poniéndose en la mente de un Quesille cualquiera, es morbosamente interesante verlos discutir y casi agarrarse a trompadas por ser el favorito de la reina. Pero desde el punto de vista de un ser humano con corazoncito, con todo lo crueles que ya son los realities, hacer uno donde te hagan competir por el cariño o el interés de alguien lo encuentro aún más cruel.

Ahora, la parte entretenida es que para una como fémina curiosa, verlo es como tener acceso al camarín después del partido de fútbol y poder ver cómo funcionan ellos en un ambiente estrictamente masculino... y la verdad es que son muy divertidos.

Hay uno que es animador de eventos y se ha autoimpuesto la ardua misión der enseñarles a bailar decentemente. Y ahí los tienen, haciendo torpes pero intensos esfuerzos por menearse como la gente, y en las pintas más insólitas... lo encontré tierno, soy sincera.

Lo otro es que les hicieron un dictado, para el que les pusieron cotona y los sentaron en una improvisada sala de clases. Y ahí es cuando una se da cuenta de que los chicos siempre van a ser chicos, porque se dedicaron a hacer avioncitos y a tirarse bolitas de papel, se tironearon y golpearon muertos de la risa y luego se volvieron a la casa en filita, tomados de sus cotonas. Adorable ¿No?

Yo sé que hay chicas a las que aquello (las actitudes infantiles) les molesta profundamente, pero yo soy de las que cree que tener la capacidad de jugar no necesariamente es sinónimo de ser emocionalmente pendejo.

Me cayeron bien estos cabros, no se merecen que les estén vendiendo la pomada. Yo apuesto a que va a ganar el que no se crea el cuento del sapo y la princesa, y que este consciente de que esto es puro choubiznes.
P.S.: capítulo aparte merece la situación en la que se encuentra la codiciada peloláis, porque eso de tener a un staff completo dedicado a regalonearte y mantenerte siempre bella, pasar de cita en cita (aunque no sean precisamente puros Adonis), y tener a veinte tipos queriendo disputarse tus atenciones... Ay! La odio!

enero 17, 2008

No games, just sports

"¿Y para qué vas a salir con el mino si no te gustó del todo?", le pregunté. "Es en un afán deportivo ¿Cachai? Ando con ganas de tener un andante, es por puro deporte...", me respondió ella, muy oronda.

Hum... el romance como deporte... no es mala idea. Te permite mantener la forma, estar vigente, es estimulante, tú eres el que decide tu grado de compromiso y puedes cambiar de partner si el que tienes deja de ser competitivo o quiere entrar a las grandes ligas (Aclaro que estoy entendiendo romance como besitos, abracitos y arrumacos; si quieren agregarle el cover "chechual" es cosa suya...).
El punto es (y aquí voy a sonar como Carrie de "Sex and the City") que si el romance puede ser visto como un deporte ¿Qué deporte sería?
Por la adrenalina, puede ser una competencia de autos o de motos, o cualquier deporte medio extremo; pero si fuese una carrera ¿Qué le pasa al que llega primero? ¿Es el que se enamora primero, es el que se arranca primero, o es el que logra conquistar primero al otro? Ahora, estoy de acuerdo en que a veces puede ser una carrera con obstáculos, con varias vallas que saltar y eso; pero no veo la necesidad de llegar a una meta.
Ahora, si lo pensamos desde el punto de vista del contacto, es como el sumo o el judo... me explico... "le lleva" harto tira y afloja, harto apretuje y la idea finalmente es tumbar al rival, con lo entretenido que puede llegar a ser eso en este caso. ¿El boxeo? Ni se les ocurra... no a la violencia en la pareja ¿Vale?
Me niego a compararlo con el fútbol, porque para nosotras nunca es bueno que te hagan un gol ¿No? Por otra parte, el tenis es demasiado caballeroso, y el básquetbol - aunque me atrae que lo jueguen puros negros musculosos y altos- es un tantín acelerado.
La caza o la pesca deportiva pueden ser la metáfora perfecta, a primera vista, pero sólo sirve para los que les gusta y para los que les va eso de ser cazadores o pescadores; porque ser la presa no es entretenido. Igual hay algunas (y algunos) a los que les gusta hacerse de rogar y que los anden persiguiendo, aunque eso implica correr el riesgo de que el "perseguidor" se te aburra, o de que ellos pierdan interés una vez que los pillan.
Así que en vista de eso, me quedo con la comparación que hizo mi amiga la de la cita inicial: si el romance fuese un deporte, sería algo así como el nado sincronizado; requieres coordinación, sutileza y saber moverte con gracia; además andas como flotando. Aunque yo le agregaría el factor riesgo y emoción, y en vez de una piscina, lo dejaría mar adentro.
De todas formas, la idea termina siendo como esa escena de "Lo que ellas quieren", en la que Mel Gibson idea una campaña publicitaria para Nike y usa la frase "No games, just sports"... que en este contexto vendría a ser algo a sí como "No me vengas con cuentos, mejor tómalo sólo como un deporte".