julio 27, 2008

¡Mary Rose querida!

Viernes, poco después de las siete. Locación: Plaza Italia, específicamente la esquina de Ramón Carnicer con Providencia.

Iba yo caminando hacia Bustamante, y me detuve ante el semáforo en rojo. De pronto miro hacia el frente y ahí estaba: rubia como siempre - porque jamás se le han visto canas - como recién salida de la peluquería, con un escarmenado impoluto, que ya se lo querría cualquier pokemon; enfundada en un abrigo blanco de lana, seguramente cien por ciento natural; con botas negras de charol y sus infaltables perlas en las orejas y el cuello. Ella, Mary Rose, un ícono de la vida social high class; rostro frecuente en las revistas de papel couché; ella, que ha sido aludida tantas veces en mi blog...

- ¡Mary-Rose-MacGill-de-Jarpa! ¡Cómo te va, amorosa! - le digo
- Ay, regio fíjate ¿Y tú como estás, linda? - me responde, siempre tan lady
- Estupendo... Es viernes y acabo de salir del trabajo ¿Qué más se puede pedir?
- No trabajar pues, querida... Yo nunca lo he hecho, para mí siempre es viernes
- Sí lo sé, y no sabes cómo te envidio eso
- Chiquilla no seas lesa, tú no sabes cómo envidio tu juventud. No te imaginas los malabares que hago, y me sigo viendo más arrugada que tú... ¿Será la diferencia de edad? Jajaja...
- Jajaja... no hay caso contigo, siempre con tanto charme... Oye, pero yo tengo que hacerte una pregunta; es sobre un rumor que escuché..
- ¿Sobre mí? Niña, son miles... Es envidia pura. Hay un dicho de lo más pintoresco al respecto oye, que es algo así como "Con esta pinta, con este talle..."
- "No tengo envidia ni miro a nadie..."
- ¡Ese mismo! Qué dije que eres. Ya, dime, cuál de todos los rumores escuchaste
- Ay, es que me da un poco de pudor, linda... me contaron que tú en realidad no tienes un peso, que todo lo que tienes es heredado o son "canjes": diseñadores o joyeros que te regalan ropa para que la que luzcas en un evento, regalos de tus amigos diplomáticos, etc.

Mary Rose me toma del brazo, se acerca a mi oído y me confiesa: "c'est la verité ma chérie... y te voy a decir que todo se reduce en una sola palabra: CON-TAC-TOS. Es el requisito sine qua non de una socialité"
- O sea que es verdad que no tienes un peso...
- Nonononono... Tengo, aunque no te voy a contar de dónde lo saco. Con todas las actividades que tengo, amorosa, gasto mínimo unos cien mil pesos diarios
- Pero si me acuerdo de esa vez en la que para un reportaje te pidieron que intentaras vivir por un día con sólo mil pesos para gastar, y tú te negaste; pero a cambio ofreciste transparentar todos tus gastos
- Ay, gorda...
- No pues Mary Rose, no empecemos con las ofensas...
- I beg you a pardon, darling; la verdad es que te veo de lo más regia... Bueno, ¿En qué estábamos? ¡Ah! En la brutalidad por la que me querían hacer pasar ¡Horror! Y más encima ese día tenía un montón de compromisos: desayuno, almuerzo, once y cena. Te juro que anduve todo el día en auto, mi pobre chofer no daba más
- Bueno y ahora ¿Para dónde vas?
- A ver a la Sinfónica aquí al Teatro de la Universidad de Chile, linda. Hoy dirige Maximiano (Valdés), que me dijo que me mataba si no venía... Lo único malo es que el teatro me queda atroz de lejos, lo mismo que el Municipal...
- A mí me pasa exactamente lo mismo, oye. Bueno, no te retraso más, amorosa. Cuídate mucho
- Adiós regia, juntémonos uno de estos días para un brunch, y así me cuentas más de tu blog oye, me han dicho que es demasiado entretenido
- Qué amorosa. Me parece divino. Ya querida, nos vemos
- Ta-tá...

El semáforo dio luz verde, mi conversación imaginaria terminó y finalmente crucé la calle. Mary Rose pasó por el lado mío y por supuesto, ni siquiera me miró. Por qué iba a hacerlo, en realidad no nos habíamos visto ni en pintura. Y por primera y única vez en nuestras vidas, ella siguió caminando hacia el poniente, mientras yo enfilaba "de Plaza Italia para arriba".

julio 17, 2008

¡Qué nervios me dan los piercings!

En serio ¿Qué les pasa a estos cabros chicos? ¿Cuál es la idea de llenarse de aros hasta en las partes más insólitas del cuerpo? Me acuerdo que cuando estaba en el colegio nos creíamos de lo más valientes por hacernos, entre nosotras mismas, dos y hasta cinco agujeros en la oreja; el colmo del arrojo era ponerse uno en la nariz o en el ombligo, y en la ceja o en la lengua ya eras ídola, demasiao seca galla...

Pero ahora... En la sien, en el pómulo, sobre el labio - ya sea en modalidad "lunar coqueto"; o en todo el borde, como remaches - bajo el labio, al medio de la pera, entre las cejas (aaauch), bajo la nariz (a lo toro), y lejos el que encuentro más macabro... en el pecho, mejor si es en el escote, ¡Yiauk! No, hay otros más macabros, los que se ponen en la espalda y que "le llevan" el componente sadomasoquista ¡Dolorrr!

Ah bueno, y también están los famosos expansores, tanto los de las orejas (que se verían más ad hoc con una pinta medio indígena, pero nunca es el caso), como lo que van debajo de la piel (¿Que también se llaman expansores, o no?). Esos también los encuentro asquerosillos: ¿Qué tiene de bonito tener un par de pequeños cuernos en la frente? Durante toda la historia de la humanidad "tener cuernos" ha sido vergonzoso, y ahora resulta que es cool.

Se me ocurre que es lo que en su momento pasó con los tatuajes, sólo que los tatuajes al menos pueden tener algún significado especial, o pueden estar tan bien hechos que sean dignos de aplauso.

Yo siempre me pregunto que va a pasar con estos pendex (y con algunos ni tan pendex) cuando entren al mundo laboral. Porque hay dos posibilidades: que de aquí a que eso suceda las empresas estén completamente relajadas respecto a la apariencia de sus funcionarios o... que los manden a sacarse todas esas cuestiones.

Y ahí es cuando los cirujanos se van a hacer la América. O incluso puede que no sea así, porque va a ser tan masivo que la cirugía reconstructiva va a estar incorporada al AUGE o va a estar incluída en el plan de la Isapre. Imaginen el cuadro: "doctor, vengo a que me corte los cinco centrímetros de oreja que me sobran", "doctor, necesito que me saque los cuernos", o aún peor "doztod, dezezito que me depare da dengua, tuve un pequeño azidente... así no pedo haced juizioz odales".

Así que en unos diez años más, una parte importante de la población adulta-joven en Chile va a tener al menos una cicatriz en la cara, que puede ir desde dos pequeños agujeritos, a la cara llena de hoyos. Va a ser la "Generación Cicatriz", y sus marcas ni si quiera va a ser por algo meritorio, como las marcas de bala de los policías, o los cortes en las manos de los carniceros, o los callos de los obreros asalariados, compañeros!!! (jaj, eso fue mucho...). Va a ser simplemente porque creían que se veía bonito, o porque así estaban a la moda, o porque así demostraban que no le tenían miedo al dolor... (lo que es yo, le tengo más miedo que la... y qué).

Yo sé que el comentario es como de vieja moralista, pero lolita, lolito: hay formas mucho menos invasivas de adornarse o de pertenecer a la tribu. Y si de verdad les gusta tanto el dolor o las incomodidades ¿Por qué no prueban a usar frenillos, fajas reductoras o prótesis ortopédicas? Por último les van a servir para enderezar cosas o adelgazar, digo yo.

julio 07, 2008

"Perdón... ¡Es que estoy tan enamorada!"

Había invitado a mi viejita a ver al Ballet Nacional Chileno (son secos ellos, deberían ir a verlos alguna vez), y después nos fuimos a tomar un té al Amadeus, un café al que solemos ir, que queda frente al Parque Bustamante y que tiene unas pizzas a la piedra maravillosas (me acabo de dar cuenta de que el panorama es del todo ñoño... ballet y tecito con la mamá... bueh, pero me gusta así).

Nos atendió una chica que era como Emily the Strange, pero de veintitantos, más simpática y más agraciada. Cuando terminamos, nos retiró los platos y no pareció captar nuestras caras de "no queremos nada más, gracias, sólo la cuenta". Después de un par de minutos, entendimos que efectivamente no se había dado cuenta, así que le hicimos el típico gesto con la mano (no, ese no, cómo se les ocurre... ese en el que uno simula escribir algo en el aire), y la chica se acercó:

- ¿Quieren la cuenta?
- Sí, por favor, es que, pensamos que nos la ibas a traer después de que retiraste los platos.
- Ay, no caché, perdón... ¡Es que estoy tan enamorada!

¿Y qué íbamos a hacer, sino disculparla? Porque como diría María Martha, "como toda mujer, como todas" una también ha andado con la cabecita en las nubes y se le han olvidado las cosas por andar pensando en el susodicho. Así que le dijimos que no se preocupara, y también, como buenas mujeres, le preguntamos más detalles del romance.

- ¿Y cuánto tiempo llevan?
- Tres años, pero uno conviviendo; de hecho me caso ahora en julio
- ¡Ay qué bueeeno!
- Sí, estoy con la guata toda apretada. Ya tengo el vestido comprado, nos vamos a casar en Suiza...
- ¡En Suiza! ¡Qué lindo! ¿Y por qué no acá?
- Porque me caso con una mujer. Ella es suiza, y allá sí nos podemos casar, acá no...

Pausa... ¡¡¡QUEEE!!! ¡Emily era lesbiana! La verdad es que no me sorprendió por el hecho de que sea raro ser lesbiana (de hecho, me estoy empezando a sentir minoría sexual por no serlo), sino que por la naturalidad con la que lo dijo. A nosotras, un par de desconocidas, que podríamos haberla mirado feo por su confesión. Ahí se notaba que de verdad estaba enamorada y feliz, y que quería que todo el mundo lo supiera.

Así que tratamos de adoptar la misma naturalidad que ella, y seguimos preguntándole cosas. Resultaba que sus suegros estaban re contentos con el matrimonio, y que como tenían plata, habían organizado la boda en un castillo... ¡En un castillo!

Entonces pensé que ella, "como toda mujer, como todas", también tenía el sueño de la princesa que se casa con su eeehhh... bueno, princesa azul (¿Seguirá siendo azul si es lesbiana?) en un castillo maravilloso, para vivir felices para siempre. Lo mejor de todo, es que a diferencia de muchas de nosotras que aún andamos buscando a nuestro príncipe, ella sí iba a cumplir su sueño. Y me sentí feliz por ella, y porque se le olvidara traer la cuenta de lo puro enamorada que estaba.

julio 01, 2008

Chicas (tururú...)

¿Qué nos pasa a las mujeres con Sex and the City? A mí me encanta, pese a que no soy de las que tiene un ropero tan grande que podrías llegar a Narnia, ni tampoco vivo saltando de una aventura amorosa en otra, ni tampoco soy una profesional hiper glamorosa. Y por lo mismo, cuando mi amiga Ale me invitó a una función especial de la película, acepté de inmediato; PERO... le dije que iba a ir sin maquillaje, con la pinta más sport y menos chic que tuviera; sólo para hacer la diferencia en un evento que yo suponía, iba a ser todo estiloso.

Llegamos, y en cuestión de minutos, la fila para entrar se hizo enorme. Yo pensé que me iba a encontrar con puras Sub 40 regiasestupendas, arregladas como para un matrimonio y tratando de imitar el look de las protagonistas. Pero no fue así, había de todo: chicas universitarias, de jeans y parka, casi sin maquillaje; otras con pinta de ejecutivas, arregladas, pero sobrias; una que otra que intentaba parecer Sub 40 con el gentil auspicio de la cirugía estética,Ona Sáez y Sebastián Ferrer, e incluso creí distinguir un look pokemon por ahí.

Y mientras veíamos la película (que es igual de entretenida que la serie, pero en versión extendida), creí entender por qué estábamos todas ahí: porque tengamos o no tengamos la plata para comprarnos un par de Manolo Blahnik o un bolso Louis Vuitton, a todas (o a casi todas) nos gusta salir de compras y llenarnos de trapos, zapatos, carteras, accesorios, maquillaje, cremitas y perfumes; mejor si es con amigas. Es que lo del shopping definitvamente viene con los cromosomas XX, lo mismo que la fijación por alguno de esos objetos (lo mío son los bolsos, no de marca, pero mientras más, mejor; aunque nunca he logrado entender la obsesión por los zapatos...).

A todas (o a casi todas) nos gustaría, aunque fuese para la foto, estar metida adentro de un vestido de Oscar de la Renta, Carolina Herrera, Vivianne Westwood, Christian Dior o Prada. Yo que uso vestido sólo para los matrimonios, morí de envidia cuando Carrie aparece posando con todos esos modelitos (y viéndose regia, más encima).

A todas (o a casi todas) nos gusta probarnos distintas pintas - tengamos el estilo que tengamos - y que las amigas sean el jurado. Es uno de aquellos rituales eminentemente femeninos, sólo comparable a entrar juntas al baño.

Todas (o casi todas) tenemos nuestro equipo de soporte técnico, la asistencia en ruta, el botiquín de emergencia: la o las amigas a las que les cuentas todo lo que la dignidad te permite, a las que llamas apenas tienes una copucha (propia o ajena), y que te ponen el hombro cuando quedas como pushing ball después de algún problema. De hecho, creo que esa es una de las claves de la serie y la película: el grupo de amiguis, y no sólo de esta serie y esta película; es un tema absolutamente universal.

Finalmente, todas (o casi todas) andamos buscando a nuestro propio Mr. Big, y hemos sufrido durante esa búsqueda. Hasta las chicas de Sex and the City sufren, aunque ellas lo hacen con estilo (... aquello de "los ricos también lloran" ¿No?). Pero pese a los costalazos, seguimos esperando el final feliz. Simplemente, porque es parte del hecho de ser chicas (tururú...).

Y aunque algunas feministas digan que aquello del maquillaje, la ropa bonita y el sueño del amor eterno es un estereotipo, y que ser mujer es mucho más que eso... bueno, claro que es mucho más que eso, pero ¿Para qué privarse de la parte entretenida?

P.S.: si no se entendió, lo de "chicas (tururú...)" es por la canción de Zucchero, que de hecho es una descripción bastante entretenida del "universo femenino", que le llaman.