Debo confesar que al menos con el capítulo que vi ayer me divertí mucho. Pero luego voy a eso, lo primero es criticarlo hasta que me dé hipo. Punto uno: en sus versiones originales - lo que es sinónimo de gringas, en este caso - léase The Bachelorette, The Bachelor, Next! y demases, tanto el objeto del deseo como los competidores eran, si no francamente guapos, al menos interesantes.
Pero ¿Cuál era la idea de encerrar a una despampanante peloláis con la Selección Chilena del nativo promedio? ¿Que triunfe el amor verdadero, aquel que va más allá de las apariencias? ¡Las pinzas! Moralina barata, señores.
Sí, sucede... chicas lindas con chicos feos, chicos guapos con chicas feas... pero se da naturalmente, y no porque "es lo que hay".
En serio, como participante habría que ser muy iluso o efectivamente haberse enamorado de la chiquilla para creer que junto con el reality vas a ganar su corazón. El que esté ahí metido y tenga esas ideas en la cabeza, está puro perdiendo el tiempo (aunque para envidia nuestra, esté ganando plata mientras pierde el tiempo).
Televisivamente hablando, digamos, poniéndose en la mente de un Quesille cualquiera, es morbosamente interesante verlos discutir y casi agarrarse a trompadas por ser el favorito de la reina. Pero desde el punto de vista de un ser humano con corazoncito, con todo lo crueles que ya son los realities, hacer uno donde te hagan competir por el cariño o el interés de alguien lo encuentro aún más cruel.
Ahora, la parte entretenida es que para una como fémina curiosa, verlo es como tener acceso al camarín después del partido de fútbol y poder ver cómo funcionan ellos en un ambiente estrictamente masculino... y la verdad es que son muy divertidos.
Hay uno que es animador de eventos y se ha autoimpuesto la ardua misión der enseñarles a bailar decentemente. Y ahí los tienen, haciendo torpes pero intensos esfuerzos por menearse como la gente, y en las pintas más insólitas... lo encontré tierno, soy sincera.
Lo otro es que les hicieron un dictado, para el que les pusieron cotona y los sentaron en una improvisada sala de clases. Y ahí es cuando una se da cuenta de que los chicos siempre van a ser chicos, porque se dedicaron a hacer avioncitos y a tirarse bolitas de papel, se tironearon y golpearon muertos de la risa y luego se volvieron a la casa en filita, tomados de sus cotonas. Adorable ¿No?
Yo sé que hay chicas a las que aquello (las actitudes infantiles) les molesta profundamente, pero yo soy de las que cree que tener la capacidad de jugar no necesariamente es sinónimo de ser emocionalmente pendejo.
Me cayeron bien estos cabros, no se merecen que les estén vendiendo la pomada. Yo apuesto a que va a ganar el que no se crea el cuento del sapo y la princesa, y que este consciente de que esto es puro choubiznes.
P.S.: capítulo aparte merece la situación en la que se encuentra la codiciada peloláis, porque eso de tener a un staff completo dedicado a regalonearte y mantenerte siempre bella, pasar de cita en cita (aunque no sean precisamente puros Adonis), y tener a veinte tipos queriendo disputarse tus atenciones... Ay! La odio!