enero 22, 2008

Los chicos siempre serán chicos

El tema de hoy, estimados bloggeros y cibernautas, es cierto siniestro programilla de Canal 13 llamado "Amor Ciego", un show de citas del tipo chica-es-disputada-por-muchos-chicos.

Debo confesar que al menos con el capítulo que vi ayer me divertí mucho. Pero luego voy a eso, lo primero es criticarlo hasta que me dé hipo. Punto uno: en sus versiones originales - lo que es sinónimo de gringas, en este caso - léase The Bachelorette, The Bachelor, Next! y demases, tanto el objeto del deseo como los competidores eran, si no francamente guapos, al menos interesantes.

Pero ¿Cuál era la idea de encerrar a una despampanante peloláis con la Selección Chilena del nativo promedio? ¿Que triunfe el amor verdadero, aquel que va más allá de las apariencias? ¡Las pinzas! Moralina barata, señores.

Sí, sucede... chicas lindas con chicos feos, chicos guapos con chicas feas... pero se da naturalmente, y no porque "es lo que hay".

En serio, como participante habría que ser muy iluso o efectivamente haberse enamorado de la chiquilla para creer que junto con el reality vas a ganar su corazón. El que esté ahí metido y tenga esas ideas en la cabeza, está puro perdiendo el tiempo (aunque para envidia nuestra, esté ganando plata mientras pierde el tiempo).

Televisivamente hablando, digamos, poniéndose en la mente de un Quesille cualquiera, es morbosamente interesante verlos discutir y casi agarrarse a trompadas por ser el favorito de la reina. Pero desde el punto de vista de un ser humano con corazoncito, con todo lo crueles que ya son los realities, hacer uno donde te hagan competir por el cariño o el interés de alguien lo encuentro aún más cruel.

Ahora, la parte entretenida es que para una como fémina curiosa, verlo es como tener acceso al camarín después del partido de fútbol y poder ver cómo funcionan ellos en un ambiente estrictamente masculino... y la verdad es que son muy divertidos.

Hay uno que es animador de eventos y se ha autoimpuesto la ardua misión der enseñarles a bailar decentemente. Y ahí los tienen, haciendo torpes pero intensos esfuerzos por menearse como la gente, y en las pintas más insólitas... lo encontré tierno, soy sincera.

Lo otro es que les hicieron un dictado, para el que les pusieron cotona y los sentaron en una improvisada sala de clases. Y ahí es cuando una se da cuenta de que los chicos siempre van a ser chicos, porque se dedicaron a hacer avioncitos y a tirarse bolitas de papel, se tironearon y golpearon muertos de la risa y luego se volvieron a la casa en filita, tomados de sus cotonas. Adorable ¿No?

Yo sé que hay chicas a las que aquello (las actitudes infantiles) les molesta profundamente, pero yo soy de las que cree que tener la capacidad de jugar no necesariamente es sinónimo de ser emocionalmente pendejo.

Me cayeron bien estos cabros, no se merecen que les estén vendiendo la pomada. Yo apuesto a que va a ganar el que no se crea el cuento del sapo y la princesa, y que este consciente de que esto es puro choubiznes.
P.S.: capítulo aparte merece la situación en la que se encuentra la codiciada peloláis, porque eso de tener a un staff completo dedicado a regalonearte y mantenerte siempre bella, pasar de cita en cita (aunque no sean precisamente puros Adonis), y tener a veinte tipos queriendo disputarse tus atenciones... Ay! La odio!

enero 17, 2008

No games, just sports

"¿Y para qué vas a salir con el mino si no te gustó del todo?", le pregunté. "Es en un afán deportivo ¿Cachai? Ando con ganas de tener un andante, es por puro deporte...", me respondió ella, muy oronda.

Hum... el romance como deporte... no es mala idea. Te permite mantener la forma, estar vigente, es estimulante, tú eres el que decide tu grado de compromiso y puedes cambiar de partner si el que tienes deja de ser competitivo o quiere entrar a las grandes ligas (Aclaro que estoy entendiendo romance como besitos, abracitos y arrumacos; si quieren agregarle el cover "chechual" es cosa suya...).
El punto es (y aquí voy a sonar como Carrie de "Sex and the City") que si el romance puede ser visto como un deporte ¿Qué deporte sería?
Por la adrenalina, puede ser una competencia de autos o de motos, o cualquier deporte medio extremo; pero si fuese una carrera ¿Qué le pasa al que llega primero? ¿Es el que se enamora primero, es el que se arranca primero, o es el que logra conquistar primero al otro? Ahora, estoy de acuerdo en que a veces puede ser una carrera con obstáculos, con varias vallas que saltar y eso; pero no veo la necesidad de llegar a una meta.
Ahora, si lo pensamos desde el punto de vista del contacto, es como el sumo o el judo... me explico... "le lleva" harto tira y afloja, harto apretuje y la idea finalmente es tumbar al rival, con lo entretenido que puede llegar a ser eso en este caso. ¿El boxeo? Ni se les ocurra... no a la violencia en la pareja ¿Vale?
Me niego a compararlo con el fútbol, porque para nosotras nunca es bueno que te hagan un gol ¿No? Por otra parte, el tenis es demasiado caballeroso, y el básquetbol - aunque me atrae que lo jueguen puros negros musculosos y altos- es un tantín acelerado.
La caza o la pesca deportiva pueden ser la metáfora perfecta, a primera vista, pero sólo sirve para los que les gusta y para los que les va eso de ser cazadores o pescadores; porque ser la presa no es entretenido. Igual hay algunas (y algunos) a los que les gusta hacerse de rogar y que los anden persiguiendo, aunque eso implica correr el riesgo de que el "perseguidor" se te aburra, o de que ellos pierdan interés una vez que los pillan.
Así que en vista de eso, me quedo con la comparación que hizo mi amiga la de la cita inicial: si el romance fuese un deporte, sería algo así como el nado sincronizado; requieres coordinación, sutileza y saber moverte con gracia; además andas como flotando. Aunque yo le agregaría el factor riesgo y emoción, y en vez de una piscina, lo dejaría mar adentro.
De todas formas, la idea termina siendo como esa escena de "Lo que ellas quieren", en la que Mel Gibson idea una campaña publicitaria para Nike y usa la frase "No games, just sports"... que en este contexto vendría a ser algo a sí como "No me vengas con cuentos, mejor tómalo sólo como un deporte".

enero 09, 2008

Harry el Huerfanito

Como buena fan de los cuentos de hadas que soy, enganché de inmediato con Harry Potter; y mi fanatismo ha llegado a extremos como hacerme una bufanda con los colores de Gryffindor (sí ¿y qué?) o reservarlo por internet cuando lo lanzan en español, que fue lo que hice ahora con el último capítulo... ya OK, medio mundo se sabe el final, pero yo me he estado tapando los oídos y vendando los ojos porque lo quiero leer por mí misma y en mi idioma.

El punto es que mi fanatismo conlleva estar atenta a las novedades de los protagonistas, así que cuando el otro día vi en mi local de DVDs favorito una carátula con Daniel Raddcliffe sin los lentes y la capa, arrendé la película al instante.
La cinta se llama "December Boys" y si no me equivoco es lo primero que Raddcliffe hace después de Harry Potter. "Veamos si efectivamente actúa y si se puede desmarcar del personaje", pensé; porque claro, no vivo en Londres y por ende no pude ver la obra que estreno allá (y en la que apareció en cueros, por lo demás).
La historia va sobre cuatro huérfanos que se hacen amigos porque están de cumpleaños en diciembre (de ahí el nombre de la película). Un día les ofrecen pasar el verano en la playa, como regalo de cumpleaños; y ahí es donde uno se pregunta "cómo tan buena onda los del orfanato", porque claro, la verdad que los llevan para que una pareja los conozca y vea a cuál de ellos adopta... o sea, lo que se llama el showroom de huerfanitos (sé que suena cruel, pero díganme si no es más cruel que los manden como si fueran productos de catálogo... "Gánese a sus futuros padres"... en fin...). La cosa es que cada uno vive una experiencia distinta: uno está pegadísimo con la idea de ser adoptado, otro quiere pescar al pez más grande de la playa, otro alucina con las motos y nuestro Daniel, que ya no es precisamente un bebé de pecho, conoce a una guapa rubia y se enamora hasta la médula (de hecho se desquita por todos los besos que no da como Harry Potter...)
Es divertido, porque el personaje que le dieron a Raddcliffe es como Harry, pero si hubiera nacido en los sesenta, lo hubieran mandado a un orfanato y no usara lentes. Tiene ese mismo carácter medio ensimismado y rebelde, todo un adolescente disfuncional... y le sale bastante bien; me atrevería a decir que el lolo va en camino a sacarse el estigma de niño mago.

Sobre todo si sigue eligiendo bien sus películas, porque esta es linda-linda. Claro, la típica historia de crecimiento y la familia y de la amistad en la infancia y La Lengua de las Mariposas y Los Coristas y blablablá... pero además le lleva sus toques medio surrealistas, y la historia la cuenta uno de los protagonistas cuando ya está viejo, así que de inocente no tiene mucho.

Si la encuentran en su tienda de deveuvedés favorita, se las recomiendo (yo la encontré en July); si no, van a tener que esperar a que llegue a Chile, y entonces les ayudaré a rezar para que suceda pronto.

enero 04, 2008

La Tía Permanente

Lo sabía, sabía que los años no habían pasado en vano: se me han casado amigas del colegio, otras han tenido guagua o van a tener y estoy llena de sobrinos chicos (cuatro y uno en camino, casi todos con peste en este momento, by the way), así que algo de actitud adulta se me tenía que pegar.
Y me di cuenta hoy, cuando una colega trajo a su sobrina de seis años a la radio y me pillé conversando con la pendex, haciéndole las típicas preguntas de adulto condescendiente: "Hola linda ¿Cómo te llamas? ¿Y cuántos años tienes? ... aaahhh, vas al colegio entonces ¿Y te gusta? ...sabes leer y escribir, mira qué bueno, eres seca entonces... chao linda, pórtese bien". Lo curioso es que los niños no hacen distingos cuando alguien es genuinamente simpático con ellos o lo está haciendo por compromiso, y les caes bien altiro. La Pascuala al menos (así se llamaba), me dejó de regalo una galleta y una sonrisa.
Así que ya, lo asumo, el "modo tía" me sale natural y automáticamente. Lo que me asusta es que a los cuarenta años me siga saliendo igual de natural, y sin tener hijos, porque entonces ya no sólo sería sólo "tía permanente", sino que "tía permanente y solterona".
Tampoco es que me muera por traer criaturas a este mundo, pero en algún minuto los planes son formar una familia. Eso sí, no me gustaría ser una mamá típica, preferiría mantener algo de esa actitud de tía; es más entretenido, los tíos son lejos más divertidos que los papás, siempre mandando, siempre retando... ay, ya me estresé. En cambio los tíos son más compinches, más relajados, juegan con uno, te hacen regalos; son los que están oficialmente encargados de consentirte.
Aunque hay otros tíos de los que hay que cuidarse, porque entre juego y juego, les puede dar por acompañarte al baño, querer bañarse contigo, cambiarte la ropa, hacerte demasiado cariño y esas cosas... a esos deberían expulsarlos del gremio, además de castrarlos químicamente o cosas así de molestas, porque nos dan una pésima imagen. Cochinos no más...

enero 02, 2008

Lo podemos lograr, lo podemos lograaar

Insisto, las cosas no cambian mágicamente de un día para otro, pero el Año Nuevo tiene ese gusto a reset que lo pone más optimista a uno.

Lo mío fue un festejo bastante low profile, pero no podía ser de otra manera: al otro día tenía que estar a las nueve de la mañana en la pega, lo suficientemente lúcida como para estar transmitiendo por cuatro horas. Estuvimos los de siempre, los que vamos quedando (mis padres, mi hermana y mi sobrina chica), cenamos rico, nos abrazamos entre lágrimas, recordando a nuestra Negra que ya no está con nosotros, y salimos a ver los fuegos artificiales de la Torre Entel.

Ahí, parada en la calle junto a otras treinta personas, supe que así era como quería pasar el 2008, con los que más quiero; pero sobre todo tranquila, muy tranquila y con esperanzas de que las cosas malas o no tan buenas cambien finalmente...

Y puede que haya bastantes posibilidades de que así sea, porque ahí mismo, pasada la media noche, parada en plena avenida Santa Rosa ¡Estaban pasando micros del Transantiago! Y no una, sino que varias... Así que ¡Aún tenemos patria, ciudadanos!